El beso
—Tienes razón —le confesé —, te mentí. Pensé que me matarías si no hacía algo. Me puse nerviosa, Tahirk lo siento. Lo que estoy viviendo esta noche es tan confuso que me puse nerviosa y cometí una estupidez.
—No te creo.
—No puedo hacer nada para cambiar eso. Te he dicho la verdad.
En eso tenía razón, hasta ahí le había dicho la verdad pero había omitido lo demás. Yo había ido a ese sitio a cumplir una misión pero él, él me había encandilado tanto que se habían confundido las cosas a un punto que me hizo acabar en su camino, y fue él quien me llevó, con eso no contaba
—Tu has sido quien me ha traído a aquí —le recordé y pude ver que relajaba los puños —. Por mucho que pienses que había planeado algo, ¿cómo justificas que me trajiste tu? Yo no tengo poderes sobre naturales para haberte hecho llevarme contigo.
Le ví de pronto avanzando hacia mi, caminado paso a paso hasta donde estaba parada esperando que me matará en cualquier momento
Tahirk Abdhullah Yagis era un tipo peligroso y lo sabía perfectamente, no sabía que era mi blanco hasta que se apareció frente a mi el, todo este proyecto era demencial y ahora estaba encerrada con un tipo que me ponía nerviosa y ardiente. Atrapada entre un huracán de nervios y un tifón de pasión. No podía explicar por qué pero él hacía que el deseo quemara a fuego nuestros cuerpos. Ni Tahirk ni yo podíamos negar que nos atraíamos como dos imanes que no podían separarse. Era casi magnético nuestro deseo.
—No voy a dejarte ir hasta saber que volverás a mi sola. Sin presión, sin planes —murmuró tomándome una muñeca entre sus dedos, tirando de mi hacia él —. Quiero tenerte, Alice. Y sé que quieres lo mismo.
—Eres tan engreído que da risa —me tomo de las caderas y nos llevó paso a paso, lentamente contra la pared, tuve que apoyar mis manos en su pecho —. ¿Quién te crees que eres para decidir lo que deseo o no?
—Soy el objeto de tu deseo —dijo con absoluta convicción y pegó nuestras narices —. Soy el que te eriza la piel, el que te hace cerrar los ojos y abrir la boca mientras beso tu cuello —y así era, y todavía más de lo que decía y hacia —y acaricio tu piel.
Me dió la vuelta para ponerme de espaldas a él, mi rostro pegado en la pared mientras él se agachaba detrás de mi a besar mi espalda desnuda, seduciendo mi piel. Arañando mis costillas con sus dientes.
—¡Ay, señor! —gemí abriendo las palmas contra la pared cuando se agachó entre mis piernas, desde atrás de mi.
—Déjame olerte —me separó las piernas —. Déjame sentir tu deseo en mi lengua —yo solo gemía en aprobación y me levantó el vestido hasta dejar mis nalgas en tanga delante de su nariz —. Hueles a sexo, a ganas de follar. Mira esto... —corrió mi tanga y resbaló un dedo por mis pliegues empapados en deseo por él y me mordí los labios con lascivia —chorreas por mi. Voy a lamerte entera. Voy a follarte con mi lengua y ni siquiera he besado tu boca pero no puedo esperar. Soy incapaz de no hace esto.
—¡Ah, Dios...maldito seas!
Grité cuando rasgó el hilillo de mi tanga y me abrió las nalgas para hacerse paso en mi entrepierna con su castigadora lengua.
Sus manos abrazaban mis caderas desnudas mientras me mecía sobre su boca que comía en mi swxo con hambre y rapidez.
—¡Dios, Tahirk!¡Mássss!
Pronto me di cuenta de que estaba moviendo mi cintura e círculos prácticamente sentada en su cara mientras la mia estaba contra la pared.
Mis uñas se aferraban a la pared buscando apoyo porque ese hombre me estaba destrozando con su boca en mi centro.
Sentía que gritaba dentro de mi por las caricias calientes de su lengua, me mordía a mi misma mientras apoyaba mi coño en su lengua ansiosa de más.
Solo podía pedir más y más y él me lo daba, por Dios si me lo daba.
—No puedo más... tengo que correrme —gruñí pegando un cabezazo a la pared, un puñetazo también y él entonces se detuvo, se detuvo y se irguió detrás de mí, confesnado...
—Vas a correr te conmigo dentro.
—¡¿Qué...?!
Lo siguiente que sentí fue el rasgar del envoltorio del preservativo y la cabeza gorda y ancha de su falo en mi entrada.
—Ahora serás mía, llevo toda la noche pensando en esto. Así —me penetró hasta el fondo de una sola estocada y grité su nombre en su boca, me había tomado del cuello para girar me hacia sus labios —, así —me penetraba una y otra vez —..., así... así —los movimientos eran tan precisos que no podía hablar, solo podía respirar en su beso —. Dime que te gusta. Dímelo, así —otro empujón letal —, vamos... dilo.
—Me gusta, joder... me gusta maldito loco.
Sonrío en mi boca y tirando de mi pelo me empezó a follar cada vez más fuerte. Podía sentir como se deslizaba dentro y fuera de mi con movimientos fluidos y profundos, demasiado hondos como para que dolieran. Pero ese dolor placentero, ese dolor que te hace estremecer de lujuria, de extasis y frenesí sexual.
Cuando terminamos los dos quedamos contra la pared, una boca dentro de la otra pero en una posición incomodísima
No había sido un encuentro romántico, ni dulce. Había sido una explosión sexual salvaje, un meter y sacar a toda velocidad para arrancar un orgasmo brutal del fondo de los dos y dejarnos sin aliento por un buen rato.
...
Luego Tahirk salió de mi, desechó el preservativo mientras yo intentaba mantener el equilibrio, llegar a la cama y sentarme sin caer al suelo. Había sido un encuentro animal, un instante salvaje, visceral... puramente carnal.
—Pretendía que solo fuera un beso, lo juro —confesó mientras se ponía de rodillas frente a mi, completamente recompuesto ofreciéndome una toalla húmeda para limpiar entre mis piernas —; pero eres demasiado provocadora como para frenarme. Y encontrarte tan húmeda me volvió loco. Ahora mismo te veo y quiero...
—¡Basta, no puedo!
Cerré las piernas para que el deseo no se avivara de nuevo. Él se quedó delante de mi de rodillas pero yo no lograba salirme de mi estado de shock. Había follado con mi objetivo y sentido mucho más de lo que esperaba cuando me dejé llevar.
Fue como si el tiempo hubiera frenado para hacer crecer lo que estaba sintiendo por él, por su cuerpo, por su forma de poner mi mundo del revés.
—Quiero más de tí, Alice.
—¿Qué más quieres, Tahirk? Ya me has follado bien. Has metido tu boca en mi sexo y arrasado con mi auto control, ¿ qué más quieres ahora? Porque yo solo quiero irme y alejarme de ti. No podemos estar juntos, somos demasiado peligrosos para eso.
—¿A qué te refieres?
Preguntó y yo supe que había hablado demasiado. Pero era tarde para echarse atrás, para romper lo sucedido y mucho más que tarde para olvidarlo. Así que dije...
—Imagina si esto fue solo un beso —me miró atento —. ¿ Qué pasará si mañana te planteas algo más que eso y te lo permito?
No dijo nada pero me entendió perfectamente.
La química entre nosotros era peligrosa. Los dos teníamos nuestros propios planes y él sabía tan bien como yo que si un simple intento de beso había sido el detonante para esto, ¿a dónde seríamos capaces de llegar cuando queramos algo más?
Tahirk y Alice era una bomba de relojería que haría volar por los aires nuestras propias vidas tal y como las recordábamos si uno de los dos no detenía la pólvora que había en el suelo encendida yendo directo hacia la dinamita que eramos los dos juntos... y mirando su expresión supe que él quería justo eso, que la dinamita explotara. Alguien tenía que impedirlo.























































