Capítulo 44: No puedo perderte

—¡Joella! ¡Peanut, detente!— La voz del Tío Jay me perseguía por el pasillo estéril del hospital, sus pasos pesados detrás de los míos.

Pero no me detuve.

El frío linóleo se desdibujaba bajo mis pies, las paredes blancas se cerraban hasta que choqué directamente con alguien, brazos que se cerraron...

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