Capítulo ochenta y uno - Plan

Fruncí el ceño. —¿Cómo estás sanando?

Sus ojos grises se dirigieron hacia mí, examinándome cada centímetro con una expresión de preocupación. —Bastante bien, me desperté sintiendo casi ningún dolor, así que estaré bien antes de la noche.

Asentí. Me alegraba mucho que estuviera bien. Estaban en desve...

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