34, Abastécete de bebidas energéticas

Estaba en medio de ayudar a preparar el almuerzo al día siguiente cuando mi teléfono sonó y vi que era la tía Hilda. Me disculpé y salí al patio para contestar.

—¿Cómo estás, pequeño escarabajo pelotero? —me preguntó.

—Estoy bien, tía Hilda. ¿Has logrado contactar con el aquelarre? —pregunté.

—Sí...

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