Cuatro 50

—Para mí también es difícil—confesó él—. Aún no puedo percibirlo en ti, y eso me hace—nos hace—sentir inquietos.

Él giró su mano y presionó un tierno beso en su palma.

—Pero puedo sentirlo, Emeriel. En lo más profundo de mi corazón, sé que justo debajo del tuyo yace el mayor regalo de todos.

El l...

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