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CAPÍTULO 14.

Sin previo aviso, dos colmillos afilados se hundieron en la piel de Sinai, y la bestia comenzó a beber de ella. Un dolor agudo recorrió su cuerpo, y ella siseó en respuesta.

La bestia no la inundó con el elixir para adormecer el dolor o aliviar la incomodidad, como lo habría hecho Dae...

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