DOS. 48

—Sí, sí. Entra en mí. Ahora, por favor. Lléname. Dame tu semilla. Tu n-nudo. Lo quiero. —Estaba delirante con el calor, todas sus inhibiciones olvidadas.

De alguna manera, oír esa boca usualmente tímida y vacilante suplicar todas esas peticiones lo complacía a un nivel primitivo. Ella lo quería, qu...

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