Tu placer me pertenece

Obedecí, me quité la ropa rápidamente, y me fui a la cocina. León entró unos minutos después con las tiras elásticas negras que había usado antes para atarme.

—Siéntate —ordenó.

Me senté en una de las sillas con el corazón latiendo con fuerza. León comenzó a atarme metódicamente: primero mis tobil...

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