Perdonar Para Continuar

Cuando llegué a la escuela, había probablemente cincuenta padres esperando en el estacionamiento. Aparqué el auto y salí.

Sentí una mano en mi hombro y me giré.

—¡Corina! —Era un alivio para la vista.

—¡Hola, Isa! Qué sorpresa verte aquí. Normalmente no lo recojo, pero hoy tuve la tarde libre y ...

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