26. Me comió en el living… y no me quejé.

Subimos al coche y, apenas me acomodo, las palabras me arden en la lengua. Estoy a segundos de soltarle lo de las fotos. Lo de la rubia. Esa maldita rubia con piernas eternas y sonrisa de revista de cruceros. Pero justo cuando estoy por abrir la boca, su celular suena. Ese tono exclusivo que ya iden...

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