CAPÍTULO 37

Dante Castelli.

La excitación pulsaba por cada fibra de mi cuerpo. El deseo ardía, insaciable, encendiendo cada centímetro de mi piel. Ver a Elijah entregado así, vulnerable y sumiso, era una visión gloriosa.

Saber que me había elegido a mí... era magnífico.

Deslicé mi mano por su pecho y continu...

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