Capítulo 22: Él no está, pero todo gira en torno a él.

—¡Qué vergüenza, Kimberly! Me vas a hacer pensar que no puedo salir de casa sin tu supervisión.

—No lo pienses. Acéptalo —dijo ella, mientras le arreglaba la corbata con una sonrisa contenida.

La oficina aún no estaba llena. El reloj no marcaba ni las nueve.

Pero entre la luz suave de la entrada...

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