Capítulo 58. Dando órdenes.

—Maldición, Amelia, este asunto es muy delicado. Debiste decírmelo desde que llegaste a la mansión —expuso Samuel con una mezcla de enfado e inquietud en el rostro.

—¡No confiaba en ti apenas llegué! —confesó ella desesperada—. Luego comenzamos a relacionarnos y sentí mucha vergüenza. No quería que...

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