Madre Teresa de conveniencia

Si me faltaba algo para que se me volaran todos los tapones, era esto. Increíble era poco decir. Sentí una furia asesina que me subió desde los talones hasta la cabeza; menos mal que no estaba armada.

—¿Cómo estás? —preguntó con el carrillón de fondo sonando.

—¿Me estás tomando el pelo?

—¡Bueno, ...

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