Nunca aprendimos a ser simples

A veces uno piensa que ya está, que las cosas no pueden arreglarse, que se llega a un punto del que no puedes volver porque te pisas tu propia cola.

Pero ahí estaba yo: clavada contra la pared con su rostro escondido en mi cuello, sintiendo cómo pulsaba dentro de mí. Lo abracé fuerte, con todo lo q...

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