Volver a casa con el

Había pasado un mes.

Treinta días de esperas, silencios, lágrimas escondidas y despertares sin amanecer.

Treinta días de mirar a mi hijo luchar por cada respiración, de acariciar su manito diminuta a través del plástico de la incubadora, de susurrarle cuentos que inventaba en el momento solo para q...

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