CAPÍTULO 2: FUGITIVA

Lyra sabe que no está sola. Lo siente en la piel, en cada fibra de su cuerpo. Su pecho sube y baja con rapidez mientras sus piernas luchan por levantarse del suelo, pero entonces, el silencio la envuelve como si el bosque mismo contuviera la respiración.

Ella también se detiene, pero ya es demasiado tarde.

Escucha un crujido, un susurro en la brisa. Y de pronto, ellos aparecen.

Tres sombras emergen de entre los árboles, altas, imponentes y la rodean con una precisión aterradora. Khalon, al frente, con unos ojos rojos que brillan como brasas encendidas y una intensidad feroz en su postura. Darian, con su eterna sonrisa de lobo condescendiente, pero con una malicia juguetona que la pone en alerta. Riven es el más silencioso, la observa con una intensidad analítica, como si quisiera diseccionarla con la mirada.

Lyra gruñe y retrocede, su instinto le grita que escape, pero ellos ya han cerrado el círculo. La han atrapado.

—No vale la pena correr —dice Khalon con voz grave—. Sabes que no puedes escapar.

Lyra alza el mentón desafiante. Su corazón late con fuerza, pero no deja que su miedo se muestre. No frente a ellos.

—No me importa quiénes sean —escupe con fiereza—. No me someteré a nadie.

Darian se ríe de forma baja y peligrosa.

—Me gusta cómo suena eso. —Su lengua se desliza sobre su colmillo con entretenimiento—. Pero deberías elegir bien tus palabras, pequeña loba. No queremos que te sometas… todavía.

—Cállate, Darian —gruñe Khalon sin apartar los ojos de ella. Su mirada se clava en Lyra como una marca ardiente—. Tú eres Lyra Draven.

No es una pregunta. Es una afirmación. Él lo sabe lo siente en su olor, su esencia y su linaje. No puede negarlo.

—¿Y si lo soy? —Lyra desafía con la barbilla en alto, ignorando el escalofrío que recorre su espalda.

—Entonces ya no eres libre —interviene Riven por primera vez, con voz serena y controlada—. Porque llevas un apellido que nos pertenece más que a ti.

La furia estalla en su pecho. No puede evitar sentir la injusticia y la impotencia. Durante años, ha luchado por recuperar lo que le arrebataron. Y ahora estos hombres pretenden decidir su destino como si fuera un simple objeto.

—Mi apellido no les pertenece —escupe con odio—. Y yo tampoco.

Khalon avanza un paso. Lyra se mantiene firme, pero su cuerpo grita que huya.

—Tú no entiendes lo que eres —su voz es baja, casi peligrosa—. No puedes vagar por ahí esperando que el mundo te devore. Y si Oric Vane te encuentra antes que nosotros…

—¿Entonces debo agradecerles? —Lyra deja escapar una carcajada—. No soy ninguna doncella esperando que la rescaten. No necesito su protección.

Darian sonríe de lado y se acerca con calma, sin embargo, sus ojos carmesíes arden de interés.

—Oh, pero eso lo hace aún más divertido. No eres una princesa indefensa…

Antes de que termine la frase, Lyra se mueve. Sus reflejos la impulsan a atacar primero, a demostrarles que no es una presa fácil. Su puño se dirige con fuerza a la mandíbula de Darian, pero en un abrir y cerrar de ojos, él la esquiva y la atrapa por la muñeca con facilidad insultante.

—Vaya, qué rápida. —Susurra contra su oído—. Pero no lo suficiente.

Lyra gruñe y patea, tratando de liberarse, pero Darian la atrapa con un movimiento ágil, sujetándola por la cintura y empujándola contra un árbol. Su respiración se entrecorta, no solo por la fuerza, sino por la cercanía, por el calor de su piel contra la suya.

—Déjala —ordena Khalon con la voz de un verdadero Alfa dominante.

Darian suspira y la suelta con un movimiento teatral, como si estuviera decepcionado. Lyra tambalea, pero se mantiene firme y con los ojos encendidos de furia.

—¿Y ahora qué? ¿Me llevarán por la fuerza? —Los desafía con la mandíbula apretada.

Riven la observa como si leyera un libro fascinante.

—¿Prefieres que te dejemos aquí? —inquiere con calma—. Eres lista, pero no lo suficiente para sobrevivir sola. Oric no dejará de buscarte, y esta vez no habrá salida.

Lyra odia admitirlo, pero tiene razón. Ha huido lo mejor que ha podido, ha luchado con cada gramo de su ser, pero su cuerpo está agotado y sus enemigos son demasiados.

Y estos hombres, estos Alfas, son algo más peligroso que cualquier cosa que haya enfrentado antes.

Khalon la observa en silencio. Su rostro es una máscara de control, pero su energía parece tan oscura como una noche sin luna. Finalmente, con voz firme, sentencia:

—No estamos preguntando, Lyra. Vienes con nosotros. Y tarde o temprano, entenderás que este siempre fue tu destino.

Lyra es consciente de sus palabras y las siente en cada parte de su ser. Pero una cosa es segura, no importa lo que crean, no importa lo que deseen… Ella nunca se rendirá.

Y si la quieren, tendrán que ganársela.

A la distancia, en la sombra de los árboles, unos ojos la observan. Fríos. Calculadores y peligrosos. Oric Vane sonríe para sí mismo.

—Déjenlos jugar —susurra con una sonrisa maliciosa—. Porque al final, Lyra Draven será mía.

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