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Esa tarde, luego de pasar varias horas estudiando con Aine en el prado, regresé a mi habitación para hallar algo envuelto en tela sobre mi cama.

Aparté el envoltorio con curiosidad y sentí que enrojecía hasta las orejas: era un enagua traslúcido y escotado, el breve corpiño profusamente bordado. La...

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