Capítulo 38

Nos quedamos así por unos minutos, en silencio. Él lloró lo que tenía que llorar, sin contenerse, sin preocuparse por ocultar su dolor. Cuando se calmó lo ayudé a levantarse. Se apoyó en mí y vaya que no era fácil. No porque pesara, sino porque Álex era más alto y en su estado, apenas podía sostener...

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