Capítulo dieciocho

—Está bien, está bien —dije, arrastrándome hacia ella. Mis dedos se deslizaron contra las alfombras grises de la minivan. Con la excepción de unos pocos periódicos apilados y bolsas de supermercado de plástico atadas bajo el asiento trasero, el interior de la minivan estaba bastante bien cuidado.

E...

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