Capítulo cuarenta y uno

A la mañana siguiente, Emma fue despertada por el fuerte zumbido del reloj digital de la mesita de noche. Presionó el botón de repetición, restaurando la calma, y luego se dio la vuelta, gimiendo.

—Ojalá sonaras diez horas más tarde, no solo diez minutos —dijo.

Unos momentos después, apartó las co...

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