Capítulo 40

Sus palabras se repetían en mi cabeza como una sirena y sonaban continuamente. Mis lágrimas no dejaban de fluir...

—Jane, ¿qué haces sentada en el suelo? —escuché la voz de Nina, llena de pánico. No levanté la cabeza para mostrarle lo patética que es mi vida y seguí llorando.

—Jane, ¿qué pasó? ¿Po...