Yo también

SARAH

Incluso cuando salimos del restaurante y subimos a los coches, no había nada. Ni una mirada, ni una sombra. Había desaparecido.

El viaje en coche a casa fue silencioso. Mi padre no hizo preguntas, no insistió. Me senté con los brazos cruzados sobre el regazo, esforzándome por mostrar que rea...

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