Capítulo 388

—Fui yo, querida —dice la chica, viendo cómo miro mi camisón blanco y, de nuevo, parece leer mi mente. Extiende una mano para acariciar suavemente la mía—. No te preocupes, cariño, como dije, aquí tenemos reglas. En cuanto Gabriel te trajo al palacio, te tomé bajo mi cuidado —me sonríe como si fuera...

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