Capítulo 40: Puedo ayudarte

La cálida mano de Sebastián masajeaba suavemente su hombro, sus dedos aplicaban la cantidad justa de presión para aliviar la tensión.

Isabella cerró los ojos ligeramente, saboreando el calor que se extendía por su hombro.

Su corazón se aceleró.

El fresco aroma del ungüento se mezclaba con la suti...

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