Capítulo 350 Ochenta y un cortes

La noche cayó, cubriendo la ciudad en oscuridad.

A medida que las luces parpadeaban, el bar se volvió aún más bullicioso.

De repente, Siena fue empujada hacia afuera, y un tipo tatuado le apuntó directamente a la nariz, gritando:

—Perra, ¿crees que puedes robarle a nuestro jefe? ¿Estás buscando p...

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