Nuevos amigos

—Te quiero, mamá, te extraño. Dale un beso a papá de mi parte —me despedí de mi madre y guardé mi celular para entrar a la cafetería, pero terminé chocando con alguien que salía justo en ese momento.

—¡Ay! —sentí mi cuerpo chocar con alguien.

—¡Mira por dónde vas, ciega! —dijo un chico dándose la vuelta, bastante guapo. Me miró de arriba abajo.

—¡El ciego eres tú! —dije.

—¿Estás insultando a mi madre? —dijo seriamente.

—Hmm. No, pero si quieres que lo haga, solo pídelo —dije.

—Oye, rara, cállate, ¿quieres? —dijo.

—Mira quién habla, ¡cabeza de idiota! —dije.

—¿Sabes qué? No voy a perder mi tiempo discutiendo contigo —dijo.

—No me importas ni tú ni la persona que te trajo a este mundo con buena conciencia —repuse.

—¡Chica aburrida! —dijo.

—¡Loco! —respondí.

—¡Ridícula! —dijo.

—¡Persona con discapacidades cognitivas! —dije de nuevo. Parecíamos dos niños peleando.

—¡Herida! —dijo.

—¡Ignorante! —le grité y se acercó a mí.

—Cállate, cálmate chica, y ponte en tu lugar —dijo fríamente—. Creo que tu grupito debería estar allá, ¡oh! —dijo, señalando a un grupo de nerds sentados en una mesa justo fuera de la entrada.

—Mejor allí que con un idiota que se cree guapo, pero en realidad es una persona con discapacidades cognitivas, con desafíos intelectuales, y ni siquiera se acerca a esos nerds de allí —dije.

—Para mí, todos son gays, ¡quiero que se jodan! —dijo.

—¿Cómo puedes decir que son gays? ¿Alguno de ellos alguna vez...? —le insinué con una sonrisa, y se quedó callado—. Eso pensé, y creo que son más hombres que tú. Y pueden enamorar a cualquier mujer. Y estoy segura de que esa pose tuya es solo para ocultar a un holgazán por dentro —dije y lo señalé, quien sonrió con picardía.

—Estoy seguro de que si te tiro en mi cama, te volveré loca con todo el placer que te voy a dar, y puedes estar segura de que te escucharé gemir mi nombre muy suavemente en mi oído —dijo junto a mí, y puedo jurar que me puse roja después de eso.

—No, gracias, ya tengo a alguien que me hace volar —dije.

—¿Y dónde está? ¿Aquí? Porque no lo veo —me reí.

—¡No es asunto tuyo dónde está mi novio! —le dije.

Nos miramos por un rato sin decir nada. Ese tipo, además de ser guapo, es un idiota y se cree tanto que me irrita la forma en que actúa. Irritante, eso es lo que era.

—Amor, ¿quién es ella? —una chica rubia se acercó y lo abrazó.

—¡Hola, nena! —dijo y le dio un súper beso.

—¡Vaya, qué beso tan apasionado! —dijo ella, llena de fuego, haciéndome poner los ojos en blanco ante la escena.

—Estoy seguro de que hago cosas más deliciosas que un simple beso —le dijo mientras mostraba esa sonrisa pícara suya. Asqueroso.

—Esa parte la comparto —dijo ella, sonriendo, y luego me miró—. Pero, ¿quién es ella? —preguntó mientras me miraba de arriba abajo.

—Nadie importante, vamos —dijo él y la jaló del brazo, ignorando mi existencia.

—Idiota —dije y me giré para volver a entrar al lugar, pero de nuevo choqué con alguien más—. ¡Ay, qué rabia! —Realmente no tenía suerte.

—¡Oye, mira por dónde vas! —dijo una chica mirándome.

—Perdón, un imbécil me distrajo —dije a la chica de estatura media frente a mí.

—Está bien —sonrió y me extendió la mano—. Empecemos de nuevo. Mucho gusto, me llamo Eleonor —dijo, sonriendo.

—Mucho gusto, soy Cassidy, pero puedes llamarme Cassy —le estreché la mano.

—Entonces, ¿quién era el imbécil? —preguntó, dirigiéndose hacia el baño, y la seguí.

—Era un chico rubio y una pelirroja de la farmacia —hice una mueca cuando le di un resumen de las caras de las personas.

—Zac y Penélope —dijo, riendo, y la miré sorprendida.

—Los conoces —terminé afirmando lo obvio.

—Zac es parte de mi pequeño club de amigos, la pelirroja solo está de paso —dijo y entró en el cubículo. Me apoyé en el lavabo mientras revisaba mi celular en busca de un mensaje de Austin.

—Bonito amigo el tuyo, un completo idiota, ese imbécil —dije al recordar mi discusión con ese tal Zac, y aproveché para responder al mensaje de mi primo.

—Zac, sabes, no era así antes. Su ex lo dejó y le rompió el corazón —dijo, y luego salió del cubículo.

—¡Suerte para ella, es insufrible! —dije y ella rió suavemente.

—Hablo en serio, Cassy, solía ser un buen chico que se preocupaba por sus amigos. Después de que la chica que amaba se evaporó, se volvió este Zac amargado, aún más después de que se mezcló con Penélope —dijo en un tono triste.

—Bueno, lo siento pero... —me interrumpió.

—Pero ya has sacado tus conclusiones sobre él —dijo mientras se secaba las manos y salíamos.

—Así es —dije.

—Bueno, ¿cambiamos de tema? ¿Con quién estás? —preguntó.

—Con mi primo, y por cierto, necesito saber en qué mesa está Austin... —dije, mirando alrededor, ya que el lugar era bastante grande y estaba lleno.

—Espera, ¿eres la prima de Austin? ¿La que vino de Brasil? —dijo, sonriendo.

—Sí, soy yo, ¿conoces a mi primo? —me emocioné un poco más ante la posibilidad de ya tener una amiga en el círculo de Austin.

—¿Quién no lo conoce? Es el capitán del equipo de fútbol inglés —dijo, y puse los ojos en blanco, sonriendo.

—Por eso es tan engreído —dije, y nos reímos—. ¿Puedes llevarme con él? —le pregunté a Eleonor.

—Claro, ven conmigo —dijo y me llevó al Starbucks.

Seguí a Eleonor hasta el centro del salón, donde encontré a mi primo rodeado de amigos. Saludé a cada uno de ellos y esa noche fue única porque no me había sentido tan bien en mucho tiempo.

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