Inquietud

Esos dos hombres eran demasiado para mí, pensé, suspirando con deleite. Cuando Thomas volvió a la habitación, nos encontró besándonos. Solo agarró unos papeles del escritorio de Vincent y su carpeta que estaba en una de las sillas frente al escritorio de roble, esperando el final del momento tórrido...

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