



CapĂtulo 5
(Rylan)
ObservĂ© cĂłmo se llevaban a Aaron en la parte trasera de un coche patrulla. TodavĂa tenĂa sangre en las manos cuando el oficial lo esposĂł. Sangre que pertenecĂa al hombre que intentĂł agredirme.
Un escalofrĂo recorre mi cuerpo al revivir lo que sucediĂł en ese armario de almacenamiento. Mientras contaba mi versiĂłn de los hechos a la policĂa, Aaron se negĂł a soltar mi mano. Ahora que se ha ido, siento que todas esas emociones vuelven a mĂ mientras conduzco a casa.
Quinn me ofreciĂł quedarme en su casa, pero solo querĂa ir a la mĂa. Necesito estar sola para poder desmoronarme sin que nadie me vea llorar. Necesito estar sola para procesar todo lo que estoy sintiendo en este momento.
La ira es uno de esos sentimientos.
¿Por qué me pasó esto de nuevo? Dos veces en menos de un año. ¿Qué hay en mà que llevó a dos hombres diferentes a intentar forzarme?
¿Por qué a m�
Primero, ese imbĂ©cil de Paulson pensĂł que yo era un objetivo perfecto para sus avances no deseados. HabrĂa tenido sexo con Ă©l voluntariamente despuĂ©s de haber salido un tiempo, pero era demasiado pronto, y le dije que no. Parece que eso no fue suficiente para Ă©l.
Luego, ese bastardo de Heath simplemente no pudo aceptar un no por respuesta cuando no quise salir en otra cita con Ă©l. DecidiĂł que me harĂa pagar por eso tomando lo que querĂa por la fuerza. TambiĂ©n eligiĂł bien el momento.
Parece que no importa lo que haga, ya sea retener el sexo o ceder, solo logro enfurecer a los hombres.
Luego está el Ăşnico hombre que tiene ese carisma que me harĂa ceder sin dudarlo. Hoy, fue mi feroz protector. Me asustĂł lo brutal que fue con Heath, pero sĂ© que nunca me harĂa daño de esa manera.
Suspiro mientras entro en mi entrada. Lo primero que quiero es una buena ducha caliente para lavar la sangre de Heath de mĂ. Luego, una copa de vino muy grande.
Después de abrir la puerta de mi casa, tiro las llaves en el pequeño cuenco de vidrio que tengo para ellas en la mesa del pasillo. Dejo mi bolso junto al pequeño banco que tengo junto a la puerta, y luego me desnudo mientras camino por el pasillo hacia mi dormitorio.
Dejo un rastro de zapatos y ropa por el pasillo. Todo lo que quiero es sentir el calor de la ducha relajando el estrés de los eventos de hoy. Mañana lidiaré con las consecuencias.
Una vez que me meto en la ducha, me quedo un rato con la espalda bajo el chorro de agua antes de lavar mi cuerpo. Después de estar limpia, me siento en el suelo de la ducha y dejo que se abran las compuertas de mis emociones.
Apoyo mi cabeza en mis rodillas y simplemente lloro.
PensĂ© que estaba bien despuĂ©s de lo que Paulson intentĂł hacer. No fui violada y me alejĂ© de Ă©l con heridas menores. Tuve suerte en comparaciĂłn con sus otras vĂctimas.
Resulta que no estoy tan bien con eso. Me mudé a una comunidad cerrada que tiene seguridad armada en la entrada y un equipo de seguridad patrullando por la noche. Sin embargo, no me siento completamente segura en mi propia casa porque ese bastardo ahora está prófugo. No saber dónde está me aterroriza, temo encontrarlo en mi armario esperando para terminar lo que empezó.
Siempre hay un cuchillo de combate bajo mi almohada y una pistola Glock de 9 mm en el cajĂłn de mi mesita de noche. Bueno, en realidad hay armas estratĂ©gicamente colocadas por toda la casa. Cuando las escondĂ, sentĂ que era un poco exagerado. Hoy, me alegra haberlo hecho.
Escondà una en una funda pegada a la parte inferior de la encimera de mi cocina, y otra en el libro hueco sobre la mesa junto a mi sofá en la sala de estar. Luego hay una pequeña de 25 mm en el armario del baño, en mi caja de tampones.
Estoy segura de que hay más lugares donde podrĂa esconder un arma en mi casa, pero sentĂ que cuatro eran suficientes. Saber dĂłnde están y que puedo acceder a ellas fácilmente me hace sentir mejor viviendo sola. Me gusta mi espacio personal y odio tener compañeros de cuarto.
DespuĂ©s de los eventos de hoy, puede que hable con algunas de las enfermeras en el trabajo para ver si alguien necesita un compañero de cuarto. Tengo una habitaciĂłn extra y mucho espacio. Si trabajáramos en turnos opuestos, serĂa perfecto.
No tengo idea de cuánto tiempo estuve sentada en el suelo de la ducha, pero la sensación de dos brazos fuertes envolviendo mi cuerpo hizo que mis instintos de lucha se activaran instantáneamente. Empecé a luchar hasta que olà su colonia.
—Shhh, relájate —la voz de Aaron en mi oĂdo me hace sentir segura y furiosa al mismo tiempo.
—¿Cómo diablos entraste aqu�
—Shhh. Solo déjame abrazarte un minuto, Ry. Luego puedes gritarme y golpearme todo lo que quieras. Solo, por favor, déjame abrazarte.
La profundidad de la emociĂłn en su voz me hace recostarme contra Ă©l. Es entonces cuando me doy cuenta de que Ă©l todavĂa está completamente vestido, pero yo estoy completamente desnuda. Santo cielo, estoy desnuda en mi ducha con sus brazos alrededor de mi cintura.
Parte de mĂ quiere entrar en pánico y salir de la ducha lo más rápido posible para ponerme ropa. La otra parte de mĂ, la que no quiere nada más que sentir sus fuertes y poderosos brazos alrededor de mĂ como están ahora, quiere quedarse asĂ para siempre. Le darĂ© unos minutos, luego me alejarĂ© de Ă©l.
—Cuando vi lo que estaba pasando en ese armario hoy, no sabĂa que eras tĂş a quien estaba atacando. En el momento en que vi tu cara, algo en mi cabeza se apagĂł, y el lado racional de mi cerebro simplemente dejĂł de funcionar. Todo lo que querĂa era hacerle arrepentirse de haberte tocado.
Su voz apenas era lo suficientemente alta para que la escuchara, pero escuché cada palabra que dijo. Escuché el temblor en su voz mientras hablaba sobre lo que sucedió hoy. ¿De dónde demonios salió eso? Él siempre es tan...
Espera un maldito minuto aquĂ.
—¿Por quĂ© estás aquĂ, Aaron?
—Por favor, solo dame unos minutos más. Saber que estás a salvo me hace sentir mejor, pero escucharte llorar me hace desear haberlo matado. —Su agarre alrededor de mi cintura se aprieta mientras habla.
Por una vez, me quedo sin palabras a su alrededor, asà que solo cierro la boca y dejo que me abrace hasta que se sienta mejor. Cuando el agua empieza a enfriarse, se mueve detrás de mà y luego afloja su agarre. En el segundo en que sus brazos ya no están alrededor de mi cintura, me siento perdida y sola.
—Salgamos y vistámonos. Puedes regañarme todo lo que quieras una vez que estés completamente vestida. Iré a prepararte un café mientras te vistes —dice esto mientras se levanta y sale de la ducha.
—No vayas por mi casa goteando agua. Estoy segura de que tengo un par de pantalones de chándal en uno de los cajones de mi cómoda que puedes usar.
No dice nada más mientras sale del baño. Eso está más en lĂnea con el Aaron taciturno que conozco. CĂłmo se comportĂł en la ducha es algo nuevo. Algo a lo que podrĂa acostumbrarme, pero no me atrevo a esperar más.
«Endurece tu corazón contra él, mujer», me digo a mà misma mientras salgo de la ducha y envuelvo una gruesa toalla verde alrededor de mi cuerpo. Me detengo en seco cuando entro en mi dormitorio. Lo que veo me deja sin aliento.
Aaron está de pie al pie de mi cama, poniéndose un par de pantalones de chándal. Su piel mojada brilla a la luz tenue que entra por la ventana. Siento que se me cae la baba mientras observo cómo sus músculos se tensan y relajan mientras se viste.
Es un hombre muy apuesto, pero lo que me tomĂł por sorpresa fue el enorme tatuaje en su espalda. Es una pieza de arte increĂble. TambiĂ©n muestra su lucha interna. Al menos, asĂ es como lo interpreto.
A lo largo de su omóplato izquierdo y un poco en su brazo, hay un ala de ángel desgarrada. En su omóplato derecho y brazo hay un ala de diablo ardiente. Se entrelazan por toda su espalda en un tatuaje óseo de una columna vertebral. En la parte baja de su espalda hay plumas ardientes, volutas de humo y cenizas.
Eso debiĂł doler como el infierno al hacerlo. ÂżCuántas sesiones tuvo que soportar para eso? No lo tenĂa la Ăşltima vez que lo vi sin camisa. Eso fue hace años, asĂ que no deberĂa sorprenderme que haya añadido más tinta a su cuerpo desde entonces.
Debo haber hecho algĂşn ruido porque se dio la vuelta para mirarme. Tiene una camiseta en una mano. ÂżDe dĂłnde la sacĂł? Es entonces cuando veo la bolsa de lona en el extremo de mi cama.
¿Está planeando quedarse aquà esta noche?
Oh, no.
—¡No vas a dormir aquà esta noche! —le digo mientras camino hacia mi cómoda para sacar ropa limpia.
—Me quedaré aquà esta noche. Eso no está en debate. Dónde duermo depende de ti. —Con eso, sale de mi habitación como si fuera suya.
La ira y el deseo luchan dentro de mà mientras me apresuro a vestirme. No presto atención a la ropa que agarro. Todo lo que me importa es vestirme rápido para poder decirle exactamente dónde dormirá esta noche.
Será en su propia maldita cama, en su propia maldita casa.
Después de vestirme, salgo de mi dormitorio y me dirijo a la cocina, donde puedo oler el café que Aaron está haciendo. Genial, se está acomodando como si estuviera en su casa. ¿Quién diablos se cree que es para entrar asà en mi hogar?
—No hay manera de que te quedes esta noche. ¿Qué te hace pensar que eres bienvenido a hacerlo cuando te apetezca, solo porque te dejé una vez? Esta NO es tu casa, y yo no soy tu maldita esposa. —Le grito mientras lo veo sacar tazas de mi gabinete y colocarlas en el mostrador junto a la cafetera.
Él permanece en silencio mientras vierte café en ambas tazas. Más silencio mientras camina hacia el refrigerador para agarrar la crema. Sigue en silencio mientras toma ambas tazas y se dirige a la sala de estar.
Mi ira hierve ante su silencio.
Lo sigo hasta la sala de estar y lo observo mientras coloca las tazas en la pequeña mesa de café. La mirada atormentada en sus ojos cuando finalmente me enfrenta me hace inhalar bruscamente. ¿Por qué dejo que este hombre me haga esto? Se cuela a través de mi armadura cada maldita vez con esos ojos marrones llenos de alma.
—¿QuĂ© está pasando aquĂ, Aaron?
—Ven, siéntate conmigo, por favor.
—¿Me dirás qué está pasando por tu cabeza si lo hago?
Asiente con la cabeza, luego se sienta en el sofá, pero angula su cuerpo de manera que estará frente a mà cuando me siente. Con un suspiro ligeramente enojado, camino hacia el sofá y me dejo caer, luego imito su posición. Me mira por un momento, luego baja la vista a sus manos.
Si no supiera mejor, pensarĂa que está nervioso. Me burlo internamente de la idea. ÂżPor quĂ© estarĂa nervioso de hablar conmigo? Él es el que siempre me aleja. ÂżDe quĂ© tiene que estar nervioso?
—¿Por quĂ© viniste aquĂ, Aaron? ÂżQuĂ© te pasa?
—Casi matĂ© a un hombre hoy porque te estaba atacando. Todo lo que querĂa cuando Quinn pagĂł mi fianza era venir aquĂ para asegurarme de que estabas bien. No lo estás, Âżverdad?
La mirada de preocupaciĂłn que me da me hace moverme incĂłmodamente en mi asiento. —Estoy bien, Aaron. No hay necesidad de que te quedes aquĂ. Puedo cuidarme sola.
Antes de que tenga la oportunidad de reaccionar, Ă©l extiende la mano y agarra mi tobillo, luego tira con fuerza. Me arrastra por el sofá hasta que estoy acostada de espaldas. Lo siguiente que sĂ© es que me tiene inmovilizada contra los cojines con su cuerpo sobre el mĂo y sus manos a ambos lados de mi cabeza.
El pánico se apodera de mà mientras su rostro se contorsiona en algo que nunca he visto en él. Miedo. Él tiene miedo. ¿Por qué?
—Puede que estĂ©s bien fĂsicamente, y puede que puedas cuidarte sola, pero no estás bien, o no habrĂas estado llorando en la ducha cuando lleguĂ© aquĂ.
Punto válido.
—Estaré bien —corrijo mi declaración mientras lo miro a los ojos.
—¿Cuántas armas tienes escondidas en tu casa además de la de la cocina?
¿Por qué demonios husmeó en mi cocina? Cierro los ojos para evitar su mirada intensa. No está equivocado en absoluto, pero no quiero admitirlo.
—Ry, no escondes armas en tu casa si estás bien. Me quedaré aquà contigo, o puedes venir a quedarte en mi casa hasta que Paulson vuelva a estar bajo custodia policial y sepamos que Heath se quedará en la cárcel en el futuro previsible.
Mis ojos se abren de golpe cuando dice esto. Las lágrimas brotan de mis ojos mientras la ira hierve en mi estómago. La audacia de este hombre. ¿Quién demonios se cree que es?
—¡QuĂtate de encima ahora! —le grito.
—No hasta que aceptes mi oferta.
Intenté mover mi rodilla para golpearlo en las bolas, pero se movió de manera que ahora estaba entre mis piernas. Mi corazón y mi cuerpo cantan con su proximidad. Traidores.
No puedo tenerlo en mi casa si estoy tratando de seguir adelante con mi vida. Estar tan cerca de Ă©l solo debilitará mi determinaciĂłn. Sin embargo, me sentirĂa más segura con Ă©l aquĂ o quedándome en su casa.
—Dime, ¿por qué es tan importante para ti? —le pregunto mientras lucho contra el deseo de frotar mi centro contra él.
En lugar de responderme, me acaricia la mejilla con una mano, luego captura mis labios con los suyos. Este beso no es como todos los otros que hemos compartido. Esos eran rudos y llenos de pasiĂłn. Este es tierno y mi perdiciĂłn.
Él me posee.