La persecución

La ciudad estaba tranquila—demasiado tranquila para mi gusto.

En el momento en que me deslicé detrás del volante, lo sentí. Esa sensación inquietante, esa tirantez en el estómago, como si algo estuviera mal. Intenté sacudírmela mientras encendía el motor, el rugido del motor cobrando vida en la qui...

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