



CapĂtulo 5: Asher Griffin M. Adler.
Un mes después…
—Vamos, cariño —me animó Brennon mientras yo le apretaba la mano con fuerza—. Sé que puedes hacerlo; creo en ti. Respira profundo, ¿vale? Dentro, fuera, dentro, fuera…
—¿Quieres callarte de una puta vez? —le grité mientras le apretaba la mano aún más fuerte, tanto que estaba segura de que iba a cortarle la circulación.
Él pareció sorprendido por un segundo, pero no duró mucho, ya que sus ojos volvieron a suavizarse—. Colorido pero comprensible, estoy empeorando las cosas —llevó su mano libre a su ya desordenado cabello y pasó los dedos por él.
—Lo siento mucho —me disculpĂ©, sintiĂ©ndome culpable al darme cuenta de que solo intentaba ayudar—. No deberĂa haberme desquitado contigo —al menos Ă©l estaba aquĂ, a diferencia de mi inĂştil compañero que habĂa intentado matarme varias veces en los Ăşltimos meses.
—Está bien —se encogió de hombros, dándome una sonrisa con hoyuelos. Iba a responderle cuando sentà el dolor agudo de una contracción atravesar mi cuerpo.
—¡Mierda santa! —soltĂ© una maldiciĂłn y comencĂ© a jadear pesadamente—. ¡Sáquenlo! ¡Por favor, sáquenlo! —las lágrimas fluĂan libremente por mis mejillas mientras me retorcĂa de incomodidad; si asĂ era dar a luz, definitivamente no lo harĂa de nuevo. Era como intentar sacar una sandĂa completamente madura por un agujero tan pequeño.
—Ya casi estás, Brea —escuché decir al Doctor Miller desde… allá abajo—. Hazme un gran favor y empuja —hice lo que me dijo y empujé como si mi vida dependiera de ello—. Empuja más fuerte.
—Lo estoy intentando —gritĂ© mientras ponĂa más esfuerzo en lo que estaba haciendo.
—Intenta más fuerte, Brea —la voz del doctor era suave y suplicante, y sabĂa con certeza que todo dependĂa de esto. HabĂa escuchado a Brennon amenazar al hombre, advirtiĂ©ndole que tanto el bebĂ© como yo debĂamos salir de esto en una sola pieza. ÂżPor quĂ© sentĂa que me estaban partiendo en dos?—. Puedo ver su cabeza, está coronando —anunciĂł el doctor—. Brea, este es el momento de la verdad, necesito que pongas todo en esto, Âżvale?
LevantĂ© la cabeza y asentĂ antes de que cayera de nuevo sobre las almohadas por su propia cuenta mientras soltaba un grito desgarrador. De alguna manera, el dolor que recorrĂa mi cuerpo se duplicĂł y supe exactamente quĂ© lo estaba causando.
—Bre… Brennon, está pasando de nuevo —dije con dificultad—. Lo está haciendo de nuevo —manchas negras familiares comenzaron a nublar mi visión mientras mi cuerpo rogaba por rendirse.
—¡No! ¡Brea! No, quĂ©date conmigo, cariño. Tienes que superar esto —dijo apresuradamente mientras sacaba su mano de la mĂa y se acercaba más a mĂ. ComenzĂł a sacudir mis hombros, tratando frenĂ©ticamente de mantenerme consciente el mayor tiempo posible—. No dejes que te haga esto, ya te ha quitado suficiente. ¡No dejes que te venza! —algo en sus palabras me hizo reaccionar y pronto me di cuenta de que estaba enojada; estaba enojada con mi manada por cĂłmo me habĂan tratado, estaba enojada con mis padres por haberme dejado y estaba enojada con mi compañero por no estar aquĂ para presenciar el nacimiento de nuestro hijo.
Asà que decidà canalizar toda esa ira en un último empujón y me complació internamente escuchar el fuerte llanto de un bebé, mi bebé.
—¡Felicidades! Es un niño —eso fue todo lo que necesitaba escuchar antes de desmayarme.
Mi cuerpo se sentĂa rĂgido y entumecido, peor que cualquier cosa que hubiera sentido en toda mi vida. IntentĂ© mover algo, pero nada funcionaba, ni siquiera mis párpados, y me sentĂa fatal porque, aunque estaba entumecida, aĂşn sentĂa dolor por todas partes. La vida simplemente no era justa.
SentĂ una mano callosa sostener la mĂa de manera gentil.
—Hola, Brea —reconocĂ la voz de Brennon de inmediato—. No creo que puedas oĂrme y probablemente sea estĂşpido decirte esto, pero… —un suspiro pesado saliĂł de sus labios—. Te extraño, Brea, te extrañamos. Tanto yo como este pequeño de aquà —¿pequeño?
Mis pulmones encontraron la manera de inhalar aire por mi boca por su propia cuenta. ¡Diosa! Todo volvĂa a mĂ; estaba dando a luz y una ola extra de dolor me invadiĂł. ¡Jax! Estaba durmiendo con otra mujer mientras su compañera pasaba por los dolores del parto por el hijo que Ă©l habĂa puesto en mĂ. Me habĂa desmayado justo despuĂ©s de escuchar el llanto de mi bebĂ© y oĂr al doctor decir el gĂ©nero: ¡un niño! Calidez y anhelo llenaron mi corazĂłn mientras deseaba poder sostener a mi bebĂ© en mis brazos.
—¡Brea! ÂżEstás ahĂ? —su voz estaba llena de sorpresa y escuchĂ© sus pies moviĂ©ndose por la habitaciĂłn antes de marcar un nĂşmero en su telĂ©fono—. Doctor Miller, es Brea, creo que acaba de despertar —luego escuchĂ© el sonido de sus pasos acercándose a mĂ—. Brea, cariño, no estoy seguro, tal vez estĂ© loco, pero si estás volviendo en sĂ, por favor, mueve algo, por favor —su mano tomĂł la mĂa una vez más y la calidez me dio la voluntad de apretar la suya—. Diosa —susurrĂł y colocĂł mi mano de nuevo en la cama suave y mullida.
Alguien entrĂł corriendo en la habitaciĂłn.
—Vine tan rápido como pude —dijo el Doctor Miller apresuradamente—. Dijiste que estaba despierta, ¿cuáles fueron los signos? —sentà su presencia a mi lado.
—Al principio, como que tomĂł una respiraciĂłn profunda —podĂa notar que el hombre mayor le estaba lanzando una mirada interrogante. Brennon suspiró—. ¡Me apretĂł la mano! —exclamó—. Justo despuĂ©s de que se lo pedĂ, ¡haz tu maldito trabajo, Miller! No me cuestiones más —sonaba genuinamente enojado y eso me asustĂł. HabĂa visto a Brennon enojado unas cuantas veces y siempre me alegraba de que no fuera conmigo.
—Enseguida, Alfa —su voz temblaba mientras retiraba suavemente la sábana de la parte superior de mi pecho. SentĂ la frialdad de su estetoscopio en mi pecho antes de que su mano se posara sobre mi rostro—. Brea, si puedes oĂrme, mueve los dedos —afortunadamente, habĂa recuperado el control de mi mano, asĂ que pude hacer lo que me pidió—. Muy bien, ahora intenta mover el brazo —eso iba a ser difĂcil, pero sabĂa que si ponĂa esfuerzo, podrĂa hacerlo.
Estaba prácticamente rogándole a mi brazo que se coordinara con mi cerebro, pero nada sucedĂa; mis brazos eran tercos y el resto de mi cuerpo tambiĂ©n.
—SĂ© que está intentando, doctor, pero Âżcree que podrĂa ayudarla de alguna manera?
—Es maravilloso que lo sugiera, Alfa, pero no estoy seguro de que haya algo que pueda hacer... —hizo una pausa por un segundo—. Digamos que si usted fuera su compañero, podrĂa haber ayudado —sentĂ que mi corazĂłn se rompĂa de nuevo.
—Si yo fuera su compañero, ella no estarĂa en esta situaciĂłn —replicĂł Brennon antes de acercarse más a mĂ. Su mano acariciĂł mi mejilla suavemente—. SĂ© que no soy tu compañero, cariño, pero harĂ© todo lo posible para que despiertes hoy. Tu bebĂ© necesita a su mamá —susurrĂł la Ăşltima parte y mis ojos se abrieron de inmediato.
Un siseo salió de mis labios cuando mis ojos ardieron por no haber tenido tiempo suficiente para ajustarse a la luz de la habitación. Cerré los ojos y los abrà de nuevo, esta vez parpadeando. El rostro de Brennon apareció en mi campo de visión, mi corazón dio un pequeño salto al ver la hermosa sonrisa en su cara.
—Hola, Brea —querĂa responderle, pero mi garganta estaba seca. ÂżQuĂ© me habĂan estado dando de comer? ÂżTiza?
—Probablemente estĂ© deshidratada; sugiero que le des agua. Pero primero, tendrás que levantarla, todavĂa está rĂgida y no puede hacerlo por sĂ misma —Brennon asintiĂł a las palabras del doctor y me levantĂł para que mi espalda descansara en el cabecero de la cama. Poco despuĂ©s, una taza se colocĂł en mis labios y tuve que tomar dolorosos sorbos del lĂquido fresco.
Intenté hablar de nuevo y, aunque mi voz era áspera, estaba segura de que esta vez era audible.
—Mi bebé —jadeé—. Quiero ver a mi bebé —Brennon asintió con la cabeza y salió de la habitación.
—Brea, es maravilloso tenerte de vuelta y debo informarte que tu hijo está perfectamente sano, demasiado sano si me preguntas. Está creciendo rápidamente y eso solo se ve en el hijo de un Alfa —mis ojos se abrieron de par en par por la sorpresa, el acto doloroso pero necesario—. No le he dicho nada al Alfa Kane todavĂa, pero tampoco podrĂ© mentirle si me pregunta. Además, es solo cuestiĂłn de tiempo hasta que se dĂ© cuenta, ya que muy pronto el niño tendrá el aroma de un Alfa y Ă©l será el primero en notarlo, considerando que Ă©l mismo es uno.
—¿Cuánto tiempo tengo? —murmuré, mis mejillas se sonrojaron al pensar en ser descubierta y miré hacia mis dedos.
—Unos cinco a diez años —lo dijo como si fuera mañana.
—Me asegurarĂ© de decĂrselo antes de entonces —le prometĂ, y en gran parte a mĂ misma—. Pero tienes que prometerme que nunca lo mencionarás ni hablarás de ello, con o sin Brennon en la habitaciĂłn. Eso significa que nunca debes hablar de esto, ¡nunca! —dije, mirándolo con ojos suplicantes y amenazantes a la vez.
—Pero... —estaba a punto de hablar cuando Brennon volvió a la habitación, sosteniendo un bulto envuelto en mantas azules, mi hijo. Las lágrimas llenaron mis ojos mientras se acercaba a mà y colocaba a mi bebé en mis brazos.
—Está durmiendo —susurrĂł Brennon y asentĂ, mirando al bebĂ© en mis manos. Era la cosa más adorable que habĂa visto y me sorprendĂa que este bebĂ© fuera producto de Jax y mĂo. No pude evitar suspirar.
—¿Cuánto tiempo estuve fuera?
—Casi un mes —traté de no alarmarme por el cachorro durmiendo en mis brazos, pero el shock era evidente en mi rostro—. ¿En serio? —susurré, casi gritando.
—Desafortunadamente, sà —Brennon suspirĂł y sus ojos se suavizaron—. Te extrañé más de lo que jamás sabrás, Brea. PensĂ© que te habĂa perdido.
—No me perdiste —hablĂ© en un tono bajo—. Ninguno de ustedes me perdiĂł, no podrĂa hacerles eso a ninguno de los dos —mirĂ© a mi bebĂ©, que ahora estaba abriendo lentamente sus ojos. Mi respiraciĂłn se entrecortĂł cuando vi sus hermosos ojos verdes y las lágrimas volvieron a aparecer. Desde el gorro que llevaba puesto, podĂa ver algunos mechones de cabello marrĂłn asomándose. ¡HabĂa heredado mi cabello! ToquĂ© su mejilla y sentĂ que todo mi cuerpo se calentaba con la serie de risitas que salieron de sus labios. Era el más adorable, lo juro.
—Brea —levantĂ© la vista para ver al Doctor Miller sosteniendo una carpeta en una mano y un bolĂgrafo en la otra—. AĂşn no le has dado un nombre —y sin embargo, ya lo tenĂa. Le di una sonrisa al doctor y mirĂ© a mi hijo.
—Asher... Asher Griffin M. Adler.