



CapĂtulo 4
(Annora)
—No, Grace, no puedes ir al evento de recaudaciĂłn. Ya te lo dije, no habrá niños allĂ— le digo.
Grace solo me mira con esos ojos verde mar de ella. ÂżPor quĂ© tuvo que heredar sus ojos? Pienso que si se pareciera más a mĂ en apariencia, verla crecer no serĂa tan difĂcil. Tener los ojos de Quinn mirándome a travĂ©s de nuestra hija me golpea fuerte algunos dĂas.
—Mamá, ya no necesito que Haylie me cuide. ya soy lo bastante grande para quedarme sola en casa mientras tú te diviertes con doctores ricos— Grace me mira con furia. Patea el suelo, cruza los brazos sobre su pecho y luego solo me observa.
—Grace, hablamos de esto. Tengo obligaciones fuera de esta casa y a veces se interponen con lo que tú quieres.
—Quiero ir al cine o ir contigo al evento de recaudación.
Me pellizco el puente de la nariz y suspiro. Hemos estado en esta misma discusiĂłn desde que llegĂł de la escuela. Mi respuesta ha sido la misma, pero ella sigue insistiendo. Quiero a mi hija dulce por la noche, no a esta furiosa rebelde.
Me lanza otra mirada y luego corre a su habitación y cierra la puerta de un portazo. Miro a Haylie y luego subo las escaleras calmadamente para enfrentar a mi hija enojada. Me estoy frustrando cada vez más con ella por minuto.
Este es el adelanto de sus años de adolescencia que se acercan, ya puedo sentir los dolores de cabeza que vendrán. A la edad de once, Grace está convirtiĂ©ndose en un reto. SĂ© que no obtiene ninguna de su energĂa y desafĂo de mĂ. Yo cometĂ un acto de rebeldĂa y ella es el resultado. No lo cambiarĂa por nada del mundo.
Pero vaya, dĂas como hoy me hacen querer enviar a mi hija a visitar a mi abuelo. No tolerará ninguna de sus tonterĂas y la hará escuchar. Grace no es una niña terrible en absoluto, pero en noches que mi trabajo interfiere con lo que ella quiere, pelea conmigo con uñas y dientes. Esta noche, no voy a ceder.
El evento de recaudaciĂłn de fondos de esta noche es para veteranos heridos, y voy con una amiga mĂa que fue enfermera del ejĂ©rcito. Grace tendrá que aprender que no siempre puedo cancelar compromisos porque hace un berrinche. Enderezo mi espalda mientras la miro con determinaciĂłn en los ojos. Odio ser la mala y ella lo sabe.
Mi exmarido nunca fue un buen padre, pero fingĂa serlo hasta que se convirtiĂł en el padre infiel que estaba durmiendo con nuestra contadora. Luego se convirtiĂł en el padre idiota que dijo que, como Grace no era su hija, no habĂa razĂłn para verla despuĂ©s del divorcio. Al principio, afectĂł mucho a Grace, Kyle habĂa sido el Ăşnico padre que ella habĂa conocido.
Parte de eso fue culpa mĂa por no esforzarme más en encontrar a Quinn. Lo atribuyo a la estupidez e inocencia adolescente. ÂżQuiĂ©n demonios sabĂa que terminarĂa embarazada a los dieciocho años? Yo no. Usamos protecciĂłn, bueno, la mayorĂa de las veces. Éramos tontos.
Abro la puerta de la habitación de Grace y la miro. Ella está sentada en la cama mirando la puerta. Su mirada se convierte en una furiosa mirada cuando la miro a ella y luego a la puerta.
—¿Cuál es la regla sobre las puertas en esta casa?
—No cerrarlas de golpe —murmura ella.
—Correcto. AsĂ que, porque piensas que está bien romper las reglas y hacer un berrinche, habrá consecuencias. Le dirĂ© a Haylie que no habrá videojuegos esta noche. Pueden ver pelĂculas o jugar juegos de mesa.
—Quiero que hagas lo que prometiste.
—No prometĂ llevarte al cine, Grace. Dije que podrĂamos ir si no surgĂa nada en el trabajo. Nunca dije que irĂamos esta noche.
—Pero dijiste —ella se calló cuando levanté la mano en señal de alto.
—Ok, mira, sĂ© que quieres que me quede en casa para que podamos ir a ver esa pelĂcula que querĂas ver. Siento que no podamos, pero has sabido sobre este evento de recaudaciĂłn de fondos durante el Ăşltimo mes, Grace. Es algo que me apasiona y no lo voy a perder porque estĂ©s haciendo un berrinche —le digo.
—Pero prometiste que la verĂamos —Grace me grita.
—No lo hice y lo sabes. Vamos el fin de semana. No me grites asà o no vamos a verla en absoluto. Estará en los cines por unos meses más, tenemos mucho tiempo. Ahora, no quiero más insolencias de ti. —La miro mientras ella abre la boca para quejarse de nuevo, pero sabiamente no lo hace, esta vez.
Salgo de su habitaciĂłn para vestirme. Ser madre soltera es un dolor de cabeza algunos dĂas, pero amo a mi hija y trato de darle todo lo que puedo. Bueno, al menos dentro de lo razonable.
Me miro una Ăşltima vez en mi espejo de cuerpo entero. Me recojo el cabello castaño rojizo en una trenza francesa, con rizos sueltos alrededor de mi cara. El vestido que llevo puesto es más ajustado de lo que me gusta, pero el azul claro combina bien con mi tez. Tiene un top tipo halter, y la falda cae en una lĂnea suave de satĂ©n. Me siento un poco demasiado arreglada para una recaudaciĂłn de fondos para veteranos, pero habrá tantas mujeres vestidas mejor que yo.
La mayorĂa de ellas intentarán conseguir un esposo rico, pero habiĂ©ndome casado una vez, ahora mismo no busco nada que se asemeje remotamente a una relaciĂłn. Entro en la sala de juegos para despedirme de las chicas, luego salgo de la casa para recoger a mi amiga Shawna. Ella eligiĂł mi vestido, asĂ que tengo que usarlo esta noche.
—Ese vestido se ve increĂble en ti, tal como pensĂ© que lo harĂa —dice Shawna cuando abre la puerta de su apartamento.
Le sonrĂo y la sigo adentro. Me dice que casi está lista y que solo tardará unos minutos más. Su apartamento está pintado en colores brillantes. Tiene un diseño abierto que lo hace parecer más grande de lo que realmente es. Hay plantas por toda la sala de estar para darle esa aire de jardĂn interior.
El apartamento de Shawna es muy parecido a su personalidad. Brillante y alegre, pero muy realista. Me siento en su sofá junto a su gato, Leroy. Le cuento sobre la actitud de Grace mientras ella termina de arreglarse.
Cuando ella vuelve a salir, sonrĂo ampliamente. El vestido de satĂ©n verde es ajustado y corto. Su cabello rojo fuego está suelto y cae sobre su espalda. Mi mejor amiga es impresionante.
—¿Vas a salir de caza esta noche? —le pregunto mientras agarra su bolso.
—Siempre estoy de caza, pero esta noche solo quiero bailar y divertirme. Pensaré en encontrar novio otra noche.
—Un dĂa pronto encontrarás al Sr. Correcto en lugar del Sr. Playboy —le digo con una sonrisa suave. Ella parece triste por un momento, asĂ que la abrazo fuerte—. Ahora, terminemos esta noche para que pueda irme a casa con mi hijo temperamental.
Una hora después, Shawna y yo entramos al salón de baile del gran hotel donde se realiza la recaudación de fondos. La música clásica suena por los altavoces, la gente pasea con copas de vino en las manos, y mi sonrisa desaparece cinco minutos después al escuchar la risa estridente de mi ex contadora. Bueno, esta noche acaba de perder toda diversión.
—¿Quieres que le dé un puñetazo más tarde? —me pregunta Shawna.
Me rĂo y niego con la cabeza—. No, puedo manejarla. Es Kyle quien me preocupa. Ve a socializar, Shaw, estarĂ© bien.
Shawna me da un abrazo, luego se va a buscar un compañero de baile, dejándome observar cómo Lana coquetea con un soldado en uniforme. La compadezco cuando Kyle la vea. ¿Ha visto su temperamento ya? ¿La ha golpeado? Espero por su bien que no, pero sé que si se queda con él mucho tiempo más, llegará a ese punto.
Kyle es muy bueno para ocultar su verdadera cara ante los demás. Me engañó el primer año que estuvimos casados. Luego, la primera vez que llevĂ© algo que no le gustĂł, o doblĂ© mal su ropa, conocĂ su temperamento. OcultĂ© moretones durante dos años hasta que reunĂ el valor para solicitar el divorcio. Dos dĂas despuĂ©s, lo descubrĂ con Lana en nuestra cama. Una orden de restricciĂłn siguiĂł y luego un divorcio rápido.
La infidelidad estaba en nuestro acuerdo prenupcial y le enfureciĂł que no obtuviera nada de mĂ. Durante el divorcio supe que habĂa estado acostándose con Lana por más de un año. Tres años de matrimonio por la borda. El dĂa que finalizamos nuestro divorcio fue el dĂa que Kyle me golpeĂł por Ăşltima vez.
Pasó seis meses en la cárcel por agresión, pero intentó nuevamente hacerme daño, asà que ahora está en libertad bajo fianza hasta su fecha de juicio por ese incidente. Ahora hay una orden de protección permanente contra él. Siempre le agradeceré que nunca haya lastimado a Grace. Kyle ocultó muy bien su lado oscuro de mi hija.
Si él está aquà esta noche, tiene que mantenerse a cien metros de distancia de mà en todo momento. Decido que es un buen momento para mencionarlo a un guardia de seguridad, pero me detengo cuando una mano se aferra firmemente a mi brazo, y luego me tiran detrás de una gran columna de mármol. Por el aroma del perfume, sé instantáneamente quién es. Kyle Wells, el peor error que he cometido.
—Ese vestido es demasiado ajustado para ti, Nora —gruñe Kyle en mi oĂdo antes de girarme para enfrentarme—. ÂżQuĂ© te he dicho sobre eso? Cuando lleguemos a casa, tendrĂ© que recordártelo.
Está borracho. Fantástico. También odio ese apodo.
—Estás violando la orden de restricción, Kyle.
—Claro que no. Eres mi esposa y ningún papel ni juez me dirá cuándo, dónde o cómo puedo hablar contigo —balbucea las últimas palabras mientras me mira con furia.
Miro a mi alrededor, y el pánico se apodera de mĂ. Estamos solos en el área de entrada y eso es una mala señal. Lucho mientras Ă©l me acerca a su cuerpo. Apesta a alcohol. Arrugo la nariz, lo que lo enfurece.
—¿Te ofendo? —gruñe mientras acerca su rostro al mĂo—. SolĂas hacer los ruidos más sexys cuando te follaba.
Oh, sĂ, claro que lo haces. Tu aliento huele y tu toque me revuelve el estĂłmago. FingĂ la mayorĂa de mis orgasmos con este idiota. ÂżQuĂ© vi alguna vez en este hombre?
—Suéltame —digo entre dientes.
—Eres mi esposa, Nora. Cuando lleguemos a casa, te mostraré lo que ese vestido me excita.
¡Ew! Ya pasĂ© por eso, no estoy interesada en repetir. Tres años de sexo pĂ©simo fueron suficientes. Kyle el Misionero, es como lo llamaba en mi cabeza. No se permitĂan otras posiciones.
—Kyle, ya no estamos casados. QuĂtame las manos de encima ahora y no gritarĂ©. ÂżRecuerdas que no tienes permitido acercarte a mĂ, verdad? —le digo mientras lucho por soltarme de su agarre.
Apreté la mano más y me atraiga contra él. El olor a vodka en su aliento me da ganas de vomitar.
—Siempre serás mĂa, siempre. NingĂşn juez cambiará eso. Eres mĂa, Nora, solo mĂa.
—Claro que no. Suéltame ahora —le grito.
—No importa cuánto lo niegues, aĂşn estás enamorada de mĂ. Puedo perdonarte por presentar cargos contra mĂ. Podemos simplemente olvidar que eso sucediĂł —su voz era suave mientras me suplicaba, pero sus ojos mostraban malicia.
LuchĂ© para salir de su agarre y afortunadamente estaba lo suficientemente borracho como para no poder mantener su agarre en mĂ. Di un paso atrás mientras su rostro adoptaba una expresiĂłn que conozco bien. ExtendiĂł la mano y me agarrĂł la muñeca con una fuerza que deberĂa haber visto venir.
—Eres una excusa patĂ©tica de hombre, Kyle. No te amo. Si quieres la verdad, nunca te amĂ©. Ahora quĂtame la maldita mano de encima antes de que grite pidiendo ayuda.
—No me maldigas, pequeña zorra —retrocede su mano como si fuera a abofetearme.
Cierro los ojos, pero no siento ninguna bofetada en mi cara. Cuando los abro, Kyle está girado para mirar con furia a un hombre detrás de Ă©l. Ese hombre sostiene el brazo de Kyle en el aire como si lo hubiera atrapado en medio del movimiento. Las lágrimas nublan mi visiĂłn, haciendo borrosas las caracterĂsticas de mi hĂ©roe.
—Creo que la dama te pidió que la soltaras —dice el extraño.
Oh, por Dios, esa voz. Parpadeo para despejar mis lágrimas. Cuando lo hago, miro a un par de ojos verde mar. Ojos que me han atormentado durante años. Su rostro es más duro, la mandĂbula más definida, pero lo reconocerĂa en cualquier parte.
Dios mĂo, es Ă©l.
Quinn Greyson en persona.