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Cuando lo soltó, su cara estaba manchada con su semen. Él hizo el ademán de limpiarse la cara, pero ella le ordenó que se detuviera.

—Deja ese semen en tu cara. No te lo laves hasta que llegues a casa esta noche.

—Sí, Ama.

—Levántate de nuevo. Podrías tener que follar o lamer a otras mujeres adem...

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