Capítulo 6

—Si te hace sentir mejor, Em, no pasamos mucho tiempo en esta ala de la casa. Nuestras habitaciones están en el ala este, y es donde tendemos a pasar la mayor parte del tiempo.

Con eso, Josh giró por un pasillo, y después de un par de minutos, estábamos en una parte más relajada de la casa.

Sillones grandes y un sofá estaban dispersos por la amplia sala, y una televisión de pantalla plana colgaba en la pared, rodeada por varios sistemas de videojuegos. Al otro extremo de la sala había una pequeña cocina y área de comedor. También noté seis puertas cerradas, tres a cada lado de la sala. Una séptima puerta parecía llevar a un baño.

—Wow, mucho mejor —dije sonriendo mientras miraba alrededor. Incluso había una pequeña biblioteca en un lado de la gran sala, y no podía esperar para explorarla. Siempre me ha encantado leer, pero nunca tuve suficiente dinero extra para gastar en libros, y la biblioteca local tampoco tenía mucho, considerando lo pobre que era nuestro vecindario.

—Sí, nos gusta —añadió Jake mientras caminaba hacia una de las puertas cerradas—. Esta será tu habitación, una vez que te sientas mejor podemos ayudarte a decorarla como quieras.

Abrió la puerta y me llevó a mi nueva habitación, colocándome suavemente en la cama más suave en la que había estado.

—Me encanta —dije sonriendo mientras miraba la habitación beige y azul pastel—. Es perfecta, no cambiaré nada.

Aún sonriendo, miré a los gemelos. Ambos me miraban con expresiones intensas que me hicieron sonrojar de inmediato, y pegué mis ojos al edredón estudiándolo como si fuera a tener un examen luego.

—Oye, no tengas miedo, cariño, Jake ya prometió que todos te mantendremos segura. Nunca haríamos nada para lastimarte —Josh se sentó junto a mí, frotando suavemente círculos en mi espalda.

—No tengo miedo, solo soy tímida —dije en voz baja, aún sin ser lo suficientemente valiente para mirar a Josh a los ojos.

—Ok —Jake aplaudió, haciéndome saltar con el sonido de la piel golpeando la piel—. Vamos a acomodarte para que puedas descansar, tal vez tomar una siesta antes de la cena. Nuestros padres no estarán aquí esta noche, tienen otra cena a la que asistir por la campaña de papá. Podríamos pedir comida y simplemente relajarnos y ver películas. ¿Qué te parece, Em?

—Genial, pero me encantaría cambiarme antes de tomar una siesta. Los uniformes están bien, pero son un poco ásperos —me rasqué la pierna para probar mi punto.

—En eso —Josh saltó de la cama y salió corriendo de la habitación, seguido de algunos ruidos de choque, y Jake solo sacudió la cabeza. Unos minutos después, un triunfante Josh regresó sosteniendo una camiseta y un par de boxers para que me cambiara.

—Gracias, Josh —alcancé la ropa que ofrecía, tomándola con mi mano buena y mirando mi brazo roto enyesado. Esto no iba a ser fácil.

—¿Te gustaría ayuda, Em? —preguntó Jake. Lo miré y vi sinceridad y preocupación en los rostros de ambos gemelos.

—Quiero intentarlo sola, necesito aprender a cuidarme de nuevo, especialmente porque mi brazo va a estar así por un tiempo.

Sonreí tímidamente mientras ambos chicos se dirigían hacia la puerta.—Estaremos aquí si necesitas algo —dijo Jake mientras cerraba la puerta casi por completo, dejándola entreabierta para poder escucharme si llamaba.

—Bueno, allá vamos —murmuré mientras intentaba quitarme los incómodos pijamas prestados.

Sí, iba a tener que tragarme el orgullo y pedir ayuda. Aunque los pantalones se deslizaron con solo un poco de esfuerzo, no había manera de que pudiera quitarme la parte superior.

—Chicos, voy a necesitar ayuda después de todo —llamé mientras me cubría con una manta, lo último que quería era que vieran mis aburridos calzones de algodón blanco. Oí un alboroto fuera de mi puerta, Jake entró rápidamente, cerrándola en la cara de su hermano. Pude escuchar a Josh maldiciendo de buen humor al otro lado.

Me reí mientras Jake gritaba a través de la puerta cerrada—La próxima vez, hermano. —Estaba sonriendo cuando se acercó, agachándose frente a mí—¿Cuál es la mejor manera de ayudarte, Em? No quiero lastimarte.

—Creo que mientras me mueva despacio y no tires de la camisa, deberíamos poder sacarme de esto. —Después de varios minutos de intentar sacarme el brazo bueno de los pijamas, suspiré—Al diablo, ve a buscar unas tijeras, puedes cortarme esta cosa estúpida.

Jake asintió y comenzó a buscar en el escritorio que estaba al otro lado de la habitación. Levantó las tijeras triunfante y volvió, ayudándome a ponerme de pie.

—Bien, voy a cortar a lo largo de la costura y debería caerse sin lastimar tu brazo. —Empezó a cortar con cuidado y, unos minutos después, la áspera camisa cayó. Suspiré felizmente, ahora que la tela rígida se había ido.

—Aquí tienes la ropa limpia de Josh, ¿quieres ayuda con esto también? —Dejó la ropa a mi lado, esperando a que decidiera qué hacer.

—Creo que primero me gustaría asearme. —Miré con anhelo el baño, habiendo visto la gran bañera y la ducha. Jake se levantó, extendiendo una mano para ayudarme a ponerme de pie. Con una mueca de dolor, me levanté y me dirigí con cuidado al baño. Jake me siguió, deteniéndose en la puerta hasta que le pedí ayuda.

Me quedé en el centro de la habitación, observando todo. La bañera era lo suficientemente grande como para albergar a tres personas fácilmente, y la ducha era enorme, con tantos botones y perillas que no creía poder encenderla sin un manual de instrucciones. Me giré para mirar a Jake, con la ansiedad claramente reflejada en mi rostro.

—Yo... yo... no sé qué hacer. —Miré a Jake con lágrimas llenando mis ojos y el labio temblando. Quería ducharme, pero con todas las vendas y férulas no podía hacerlo sola, y no había manera de que le pidiera a mi nuevo hermanastro, a quien acababa de conocer ese día, que se duchara conmigo. Eso simplemente sonaba mal, además, vería todas mis cicatrices y no quería que me tuviera más lástima. Mientras luchaba con todos los pensamientos que corrían por mi cabeza, Jake se acercó y me envolvió suavemente en un abrazo, besando la parte superior de mi cabeza y haciendo sonidos tranquilizadores mientras me sostenía.