Capítulo 010 Un beso

El mayordomo de la familia Howard había organizado toda la fiesta de compromiso. Para Adrian, eventos tan lujosos eran solo rutina. Casarse con Alice era una cuestión de deber.

Adrian deslizó el anillo de compromiso en el dedo medio de Natalie. A la indicación del anfitrión, ella tomó el otro anillo, sus manos temblando ligeramente, y lo colocó en el dedo de él.

—No estés nerviosa —susurró Adrian, tratando de tranquilizarla.

Natalie sintió una punzada de amargura. Adrian soltó una risa suave, tomó su mano y guió el anillo suavemente hacia su dedo.

El anfitrión dirigió a la multitud en aplausos. —Deseémosles lo mejor. ¡Una pareja perfecta!

Alguien en la multitud comenzó a cantar —¡Adrian, bésala!

Adrian, usualmente distante, sonrió y rodeó la cintura de Natalie con un brazo. Entre los suspiros de la audiencia, la besó a través del velo. Tal vez porque era su fiesta de compromiso, no le importó.

Sus labios eran suaves, con un leve aroma a flor de cerezo que lo hizo perderse por un momento. Le recordó a aquella noche—su inocencia y dulzura.

Adrian apretó su agarre en la cintura de ella, profundizando el beso. Natalie se sintió sin aliento, su cuerpo debilitándose. A través del velo, miró a Adrian, su corazón palpitando.

Él sostuvo su otra mano, y el beso de tres minutos terminó con Natalie temblando ligeramente por los nervios.

—Alice, relájate —susurró Adrian con una sonrisa.

Escuchar el nombre "Alice" hizo que Natalie volviera a la realidad. Ella era Natalie, solo una sustituta por esta noche.

Después de la ceremonia de compromiso, hubo un brindis. Natalie se cambió a un vestido rosa claro.

Avery, no confiando completamente en Natalie, la siguió de cerca. No le gustaba el comportamiento íntimo entre Natalie y Adrian durante la ceremonia, pero mantener la relación con la familia Howard era más importante.

—¡Engruesa su base! —ordenó Avery a la maquilladora cuando Natalie emergió en su vestido rosa. Avery estaba preocupada de que Adrian pudiera notar algo.

La maquilladora, desconocedora de Alice y Natalie, frunció ligeramente el ceño. —La piel de la Sra. Cullen está en excelentes condiciones. Se ve mejor así.

—¡Haz lo que digo! —espetó Avery.

La maquilladora continuó aplicando el maquillaje a regañadientes, pensando que era solo otra excentricidad de los ricos.

Con el maquillaje pesado, Natalie seguía siendo hermosa pero carecía de su inocencia natural. Miró su reflejo desconocido en el espejo, apretando los puños con frustración.

En el pasillo, Avery susurró una advertencia —Natalie, será mejor que te comportes. No juegues trucos, o lo lamentarás.

Natalie bajó la mirada. —Entiendo, Sra. Cullen.

En el salón de banquetes, los invitados ya habían comenzado a almorzar. Adrian se había cambiado a un traje gris, luciendo aún más refinado.

Sentados en la mesa estaban el padre de Adrian, Joe Howard, junto con varios de los tíos de Adrian. La madre de Adrian, Claire Howard, estaba en el hospital y no pudo asistir al banquete. El abuelo de Adrian, Ruben Howard, se había retirado a descansar después de conocer a Natalie.

—Adrian, ¿por qué no nos presentas a Alice? —dijo la tía de Adrian, Melissa Howard, una mujer elegante y graciosa que también era madre de Daniel. Hace años, se había casado con el padre de Daniel, el hijo mayor de la familia Murphy.

Ver a Daniel hizo que los nervios de Natalie se dispararan nuevamente. Estaba aterrorizada de que él pudiera reconocerla.

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