Verdad cegadora

—Layla, tienes que ser más cuidadosa.

Ava apartó a su amiga y la miró con severidad. Los cálidos ojos oscuros de Layla brillaban de vuelta, demasiado despreocupados por las circunstancias actuales. Pero así era Layla: la chica podía tomar todo con calma, y en consecuencia, la prisión no parecía afe...

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