Capítulo 76

En cuanto entramos en su habitación, aún besándonos, cierro la puerta con el pie sin soltarla.

Ni siquiera si la Diosa Selena apareciera pintada de oro aquí mismo, dejaría que mis labios se separaran de los de mi compañera.

Mis manos se mueven hacia su trasero y la empujo contra la pared. Cuando mi ...

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