Capítulo 35

La bilis subió a mi garganta. Escuchar a Joseph reírse del trauma de Aimee hizo que mi estómago se revolviera por completo.

Tragué y le espeté: —¡No hables de ella así!

Con una mirada hacia mí, contuvo su risa. —Oye, no te pongas mala en mi coche.

Si me ponía mala en su coche, se lo merecería.

—No d...

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