Seduciendo al Don de la Mafia

Download <Seduciendo al Don de la Mafia> gratis!

DOWNLOAD

Conocerlo III

POV de Camila

Su mirada pensativa se dirige a mi colcha mientras suspira.

—Ethan me contó que te gusta usar cosas bonitas que te hagan sentir bien. Así que, por favor, no dejes de hacerlo por un comentario estúpido que hice.

Él levanta la vista y se encuentra con mis ojos. Y aunque no quiero, creo en su sinceridad.

—¿Y si vuelve a pasar? —mi tono es suave y vacilante.

La cabeza de Alejandro se levanta rápidamente hacia la mía, mientras una expresión dura cubre su rostro.

—No pasará. Yo no lo haré. Tienes mi palabra.

Asiento, creyéndole, pero el ceño fruncido en mi cara no desaparece.

—¿Y si los demás dicen algo?

Sus ojos duros se vuelven fríos y por un momento pienso que he hecho algo mal. Me alejo de él, lo que hace que su rostro se suavice al darse cuenta.

—Si alguien dice o hace algo, vienes a mí y me lo dices, ¿sí? —No es una pregunta y mi corazón se calienta momentáneamente ante la genuina preocupación en su voz. Se acerca más, mirándome a los ojos con una mirada de promesa—. Yo me encargaré, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Sonrío, la oleada de comodidad que siento me dice que lo presione un poco más y le haga las cosas más difíciles.

Una pequeña sonrisa traviesa se forma en mis labios mientras lo miro.

—Pero, ¿y si...?

Digo frunciendo el ceño, tratando de pensar en algo más que decir para complicarle las cosas, pero me interrumpe un profundo gemido exasperado cuando Alejandro se deja caer sobre la cama.

Me río echando la cabeza hacia atrás antes de mirar hacia abajo para verlo mirándome con una pequeña sonrisa en su rostro. El tipo de sonrisa que quiero mantener oculta de todos los demás.

No es por cortesía o porque se sienta obligado, es genuina. Mi sonrisa crece al ver una vista tan pequeña pero magnífica que probablemente podría hacerme caer de rodillas.

Literalmente.

—Dame un respiro, por favor. Ya me estaba volviendo loco pensando que empeoré las cosas para ti —murmura, haciendo una demostración de ser extra dramático. Me río aliviada, sonriendo tímidamente al hombre repentinamente dulce que tengo delante.

Ahora, este era el Alejandro del que mamá había hablado.

—De acuerdo —digo, llevando mi dedo índice para pincharle la mejilla.

Su sonrisa se convierte en una expresión firme mientras se sienta y gira su rostro para mirarme a los ojos. Sus ojos me miran con simpatía.

—Lamento mucho las circunstancias bajo las que debemos conocernos y lamento muchísimo tu pérdida.

Mi sonrisa desaparece instantáneamente al mencionar a mamá. Odiaba admitirlo, pero había pasado semanas llorando para dormirme cada noche. Excepto las noches en las que tenía la comodidad de alguien más durmiendo a mi lado.

Las lágrimas se acumulan en mis ojos pero no quiero que él las vea caer. Lo escucho acercarse mientras pone una mano en mi hombro de manera reconfortante y lo miro, viendo una triste sonrisa formarse en su rostro.

—Tu mamá era como familia para mí. Siento mucho que no hayamos podido protegerla. Pero haré todo lo que esté en mi poder para asegurarme de que nada así te suceda a ti— asegura y yo fuerzo una triste sonrisa.

Sus ojos recorren mi rostro, deteniéndose en mis ojos azul pálido casi grises.

—Cristo, tienes los ojos tan asombrosos como los de tu mamá— murmura sonriendo tristemente y es solo entonces cuando me doy cuenta de lo difícil que debe haber sido su pérdida para él también.

—Mamá solía contarme todo sobre ti— digo. Él levanta la cabeza, sus ojos marrones escudriñando los míos por un momento, pareciendo buscar algo y cuando no lo encuentra, se siente aliviado.

—Tu mamá solía hablarme de ti todo el tiempo también— asiente, su mandíbula temblando ligeramente en memoria.

Ignoro su comportamiento mientras mis oídos se agudizan.

—¿De verdad? ¿Qué decía?

—Decía que eres inteligente, talentosa... y hermosa— me envía una sonrisa torcida mientras me acerco a él. —Tenía razón— murmura y sonrío, los cumplidos me hacen sentir tan emocionada que tengo el impulso de abrazarlo, así que me lanzo a sus brazos.

Él se queda congelado mientras envuelvo mis brazos alrededor de su torso, abrazándolo y después de unos momentos, siento su brazo rodearme casi torpemente, como si no estuviera acostumbrado a esto.

—Prométeme que vendrás a mí si tienes algún problema y me dejarás solucionarlo— dice con su voz cargada de elocuencia y un ligero acento italiano que hace que mi mente dé vueltas.

En lugar de responder, asiento contra su pecho, ansiosa, disfrutando de su aroma masculino de colonia y algo almizclado.

—Bien— dice moviéndome lejos de él y poniéndose de pie, con una expresión de determinación en su rostro, una que se parece mucho más a él. —Mañana vuelves a la escuela, ¿verdad?— pregunta y yo asiento.

Mira su reloj y se pasa una mano por su mandíbula afilada.

—¿A qué hora exactamente?

—¿Por qué?— pregunto antes de iluminar mis ojos hacia él. —¿Me vas a llevar mañana?

Niega con la cabeza, pero no dejo que eso me desanime.

—¿Puedes?— pregunto esperanzada. Parece que va a protestar pero parpadeo hacia él, dándole mis ojos de cachorro que ningún hombre ha podido rechazar y hasta le añado un pequeño —Por favor.

Eso lo hace suspirar y asentir con reluctancia.

—Moveré algunas cosas. Ven a mi puerta en la mañana y espérame, entonces iremos.

—Sí, señor— respondo juguetona, sonriendo al hombre, quien me mira antes de apartar la mirada, con un asentimiento.

Intento ocultar mi sonrisa emocionada por cómo su comportamiento cambió completamente mientras él se da la vuelta, pero no antes de que su profunda y rica voz me despida.

—Buenas noches, Principessa.

Me meto bajo las cobijas y sonrío mientras él apaga las luces y cierra mi puerta.

Buenas noches, de verdad.

Vorig hoofdstuk
Volgend hoofdstuk