Nunca Digas Lo Prohibido

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02 Contrato aceptado

Savannah

Estoy de pie en una fila larguísima, dentro de un largo pasillo de paredes y porcelanato blanco. Me encuentro rodeada de chicas jóvenes y radiantes que como yo aspiran conseguir un lugar en este casting tan importante.

El aire está cargado de nervios y expectativas.

Después de varios minutos, las chicas frente a mí se voltea y me dirige una sonrisa tímida, pero agradable.

—Hola, soy Payton —extiende la mano.

Le respondo con una sonrisa y estrecho su mano.

—Savannah Cavendish —respondo—. ¿Hace cuánto estás aquí?

Payton suspira mientras mira hacia el principio de la fila de chicas.

—Desde la madrugada. La fila no para de crecer, y parece que el casting va a ser eterno. Mientras más horas pasan más modelos llegan —explica.

El murmurar de los demás modelos y el cansancio empiezan a sentirse en el ambiente, pero hay un momento en que todo se detiene. Una mujer sale del salón donde está el jurado, una mujer joven, delgada y elegante usando un precioso vestido dior, con un papel en la mano, y comienza a llamar a algunas chicas.

—Lila Scott, María Jiménez, Valeria Torres… Y Savannah Cavendish —llama en voz alta, mirándola hacia las filas.

Las miradas entre los modelos estallan en susurros y sueños fruncidos. La morena, que está parada delante de mí, se cruza de brazos.

—¿Por qué ustedes tienen que entrar ahora? Aún no es su turno — pregunta en un tono molesto.

La mujer frunce el ceño.

—Son órdenes del Jurado — responde la mujer en un tono cortante.

Las cuatro chicas que fueron nombradas levantan la mano y siguen con la mujer hacia la entrada, al igual que yo. Dejando detrás rostros descontentos e impotencia, porque ellas saben que las influencias siempre mueven los hilos en este mundo.

Al ingresar al salón, las luces brillan intensamente y el ambiente es mucho más formal. Las sillas están alineadas y los miembros del Jurado ya nos esperan. Entre ellos veo a Karen, la amiga de mamá, quién desliza una sonrisa amable al verme y enseguida me recibe.

—Bienvenida, Savannah — me saludo con calidez y ambas nos saludamos de beso.

—¿Cómo estás? —la saludo.

—Perfecta, cariño —me mira de arriba abajo con una sonrisa—. Te ves hermosa, Le vas a encontrar a los jurados.

Sonrío.

—Eso espero.

—Por favor, prepárate —señala la puerta que hay del otro lado del salón—. Vas a hacer la última de las cuatro.

—Sí, gracias.

Asiento y me giro para irme en esa dirección. Al entrar ya las demás se han cambiado y van saliendo para presentarse. Decido apresurarme quitarme la ropa para ponerme el traje interior y hacer la presentación. Dejo mi cabello negro largo, extendido luego salgo.

Cuando estoy afuera, espero en silencio que sea mi momento, lo cual dura unos largos minutos. Pero llega el momento en el que quedó sola y debo caminar para detenerme delante de los jurados, quienes me observan en silencio.

—Buenos días — saludo con una sonrisa amable, intercambiando miradas con todos.

—Buenos días, por favor, señorita Cavendish, deseamos que se presente —pide Karen.

Respiro profundo, enderezó la espalda y elevo el mentón.

—Hola, soy Savannah Cavendish, tengo 20 años y mido 1, 75. Me apasiona el ejercicio, soy comunicativa, sé tocar algunos instrumentos y bailar. Desde pequeña he sido el rostro de marca para bebés y en mi adolescencia trabajé con varias agencias de modelaje, también estuve en certámenes de belleza y donde he ganado varios, aunque me retiré para estudiar fotografía, carrera que estoy por terminar —espero que todo lo que he dicho les agrade un poco a mi parecer es un buen portafolio.

—Ahora por favor, pasa a realizar la pasarela — invita Danielle, otra de los jurados.

Con pasos seguros, comienzo a desfilar. Siento la mirada del Jurado en cada movimiento, y apenas termino, noto sus rostros de aprobación y satisfacción. Cuando me detengo delante de ellos y sonrío.

—Nos han encantado las fotos que enviaste y tu pasarela —comenta uno de ellos—. Pronto te llamaremos para avisarte sobre el contrato y los detalles del evento.

Una sonrisa florece en mi rostro.

—Muchas gracias, estoy agradecida —respondo.

—Ya puedes retirarte, Savannah, nos vemos —se despide Karen.

—Gracias a todos —agito la mano en dirección a ellos en forma de despedida.

Me giro, para irme al vestidor y cambiarme, para posteriormente retirarme.

Al salir del salón, percibo las miradas tensas y resentidas de las otras modelos en la sala de espera. Pasando por el lado de Peyton, ella me dirige una mirada amargada, descontenta.

—Las nepobabys siempre ganan. Espero poder entrar para ver si de verdad sirven para algo o solo para gastar dinero de sus padres millonarios que cumplen sus caprichos —vocifera, creando un gran eco en todo el pasillo.

La observo sin decir nada. Siento el peso de sus palabras, pero no me molesto en responder.

—¡Dante Cavendish, es un maldito ladrón! —me grita otra de las chicas y escucho como se ríen.

La fulmino con la mirada y con una expresión calmada le hago un gesto obsceno con el dedo, para después continuar mi camino y salir.

Continúo mi camino fuera del edificio con la esperanza renovada y olvidando el infierno que ha quedado allí atrás con las modelos en espera.

Tengo cosas más importantes en las que pensar, ya siento y entiendo el estrés de mi madre.

Necesito dinero.

No solo es mi madre la que necesita, también debo costear los gastos de mi universidad, por lo tanto, no me queda de otra que reunirme con mi padre y pedirle dinero, todo mientras mi madre no se da cuenta.

Semanas después....

Estoy en Nueva York, en un restaurante de comida italiana que huele a albahaca fresca y queso parmesano. Ya firmé el contrato con la agencia y hoy me siento un poco más cerca de ese sueño que persigo desde hace tiempo y que mi madre me ha ayudado a conseguir gracias a sus contactos. Frente a mí, Karen, la amiga de mamá, se encuentra junto a mí disfrutando del almuerzo.

Karen es una mujer imponente y dueña de varias agencias de modelaje a nivel nacional y sé que fue una de las que más ha ayudado a mi madre para poder conseguir un contrato y un puesto en una agencia.

—Necesitas quedarte en Nueva York mientras estés practicando para el evento —avisa con la voz firme, pero amable a la vez que me mira—. Berry va a querer todo de ti. Eres lo que buscan.

Asiento con confianza, luego con delicadeza tomo un trago de vino.

—No hay problema, Karen, puedo adaptarme perfectamente —comento—. Además, me conozco Nueva York de pies a cabeza —vuelvo a esbozar una sonrisa.

Ella se inclina un poco y baja la voz.

—¿Qué harás está noche? —pregunta Karen mirándome con atención.

—La verdad no tengo planes —respondo.

—Esta noche va a haber algo importante —me informa—. Quiero presentarte a una amiga que tiene muchísimos contactos en el mundo de la moda. Ella también va a asistir a esa fiesta, y quiero que me acompañes —agarra su copa de vino—. ¿Te gustaría acompañarme?

La sorpresa asoma en mi rostro, pero no tardo en responder.

—Claro, no hay ningún problema.

Karen me sonríe con calidez.

—Después del evento con Berry, todo va a cambiar. Estoy segura de que tu carrera será un éxito — asegura con una amplia sonrisa.

Le devuelvo la sonrisa con esperanza.

—Eso es justo lo que espero.

—Van a asistir patrocinadores de distintas agencias de modelaje, me gustaría presentarte a varios de ellos, digamos que presentarte los que son más importantes en el mundo de la moda en el país.

Levanto las cejas con sorpresa.

—Estaré encantada de conocerlos — le respondo estando totalmente de acuerdo.

—¿A qué hora será la salida para ir a la fiesta? —le pregunto, tratando de no perder la ilusión.

—Un auto te recogerá a las diez de la noche —me responde con una sonrisa segura.

—Perfecto —le digo—. A esa hora ya estaré lista.

Ella asiente.

—Entonces te estaré esperando. No te arrepentirás de nada —asegura.

Asiento.

—Excelente.

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