La Obsesión del Ceo Dominante

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Capítulo 5 Vacaciones Parte 3

Las fotos de internet no le hacen justicia en absoluto; es totalmente majestuoso y espléndido.

Estaciono mi auto justo afuera de la gran puerta blanca con adornos dorados. Parece más un castillo que un hotel, y no puedo sentirme más entusiasmada.

Lucho un poco con el broche del cinturón de seguridad y salgo sin dejar de admirar cada detalle del lugar.

Apenas pongo un pie fuera, la puerta principal se abre, y un hombre alto y fornido sale. Su rostro parece inexpresivo, y la casi invisible cicatriz en su rostro le agrega un semblante tenebroso.

El hombre está vestido pulcramente con un traje oscuro y corbatín. Se acerca a mí y me mira indirectamente.

-¿Señorita Addison Carter?

Asiento con la cabeza sin dar crédito al hombre que está frente a mí, casi puedo jurar que mide más de dos metros.

-Le damos la bienvenida al Hotel Opulent Have. ¿Me permite su equipaje y las llaves de su auto? -El hombre nunca hace contacto visual, y yo me limito a tomar mi pequeña maleta del asiento trasero de mi auto-. Me encargaré de resguardar su auto y de que su equipaje llegue a su habitación mientras usted realiza el registro en recepción.

El hombre toma mis pertenencias y entra por la misma puerta. Lo sigo hasta el interior del hotel. Observo con determinación, el amplio espacio y, de inmediato, vuelvo a quedar impresionada.

Una gran escalera curva ocupa el centro de la estancia, donde el hombre que lleva mi equipaje va subiendo. A mi lado, está la recepción con el mismo material y diseño que la puerta.

¡Esto es una locura!

Sigo contemplando el lugar hasta llegar a la recepción. Todo está perfecto e inmaculado.

¡Esto debió costar mucho dinero! Nina quiere dejarme en bancarrota antes de tiempo

El registro no se demora mucho, y en menos de lo que parece, ya estoy caminando en dirección al ascensor.

No sé cuántos pisos hay en ese lugar, pero mi tarjeta tiene escrito en grande el número cinco con dorado y el trescientos ochenta y cinco más pequeño.

Sigo observando la tarjeta al entrar al ascensor porque incluso la llave de la habitación es hermosa.

Justo cuando las puertas están por cerrarse, un zapato deportivo las bloquea, obligándolas a abrirse nuevamente.

Yo contengo con fuerza el deseo de resoplar al ver que entra al ascensor un hombre alto, atlético, de cabello

oscuro, perlado en sudor. Tiene una gorra negra en la cabeza y unos lentes oscuros.

Se ve bien a la vista y alzo una ceja cuando creo que me ve detrás de esos lentes.

Luego él toma posición dentro del ascensor, apretando un número en la pantalla, el cual no puedo ver.

Me hago a un lado creyendo que él tomará un lugar junto a mí, pero no, se queda enfrente, tapando mi panorama.

Por todo lo que trae puesto, no puedo ver su rostro, pero su perfume es bastante embriagador.

No soy una persona mal educada y saludo al hombre, pero me sorprendo cuando no recibo una respuesta de su parte.

Creo que tal vez no me ha podido escuchar, pero cuando se gira y me observa por un segundo, dándome la espalda

otra vez, sé la clase de hombre que es.

¡Un idiota mal educado!

El hombre suelta una risita, y yo me siento ofendida.

¿Se está burlando de mí?

-Será cabrón. -murmuro entre dientes, lo bastante alto para que pueda escucharme. No me importa.

Me miro en el espejo del ascensor; mi semblante no es el mejor, estoy un poco despeinada por el viaje, pero no encuentro algo

en mi aspecto que haga que ese idiota se burle de mí.

Cuando las puertas del ascensor se abren, indicándome que he llegado a mi piso, paso junto a él, empujándolo al

salir sin hablarle. Eso me hace sentir toda una chica mala.

Espero no volverme a topar con ese tipo.

Al entrar a mi habitación, mi mal humor me impide deleitarme con la majestuosidad del lugar. Pero lo primero que

quiero hacer es darme una buena ducha en la tina del baño.

Me siento más fresca y reconfortada; incluso el mal rato que me hizo pasar aquel hombre ha desaparecido.

Cuando alguien llama a mi puerta, abro rápidamente pensando que es la comida que ordené, pero me sorprendo cuando veo al

hombre alto que me recibió.

-Señorita Addison, el señor White desea darle la bienvenida. -Me informa.

-¿Y quién es el señor White? -pregunto desconcertada.

-Es el dueño del hotel.

La sorpresa se hace aún más evidente en mi rostro.

¿Por qué quiere darme la bienvenida a mi? ¿O es acaso que le da la bienvenida a todos sus huéspedes? Eso me parece

casi imposible.

-¿Ahora? -No me niego. Tengo curiosidad de saber por qué me daría la bienvenida el dueño del hotel.

-La espera en cinco minutos en su oficina. -El hombre no dice nada más y se marcha.

Me quedo desorientada. Este lugar es tan maravilloso como lo es de extraño.

No me tardo mucho en ponerme algo cómodo y salir de mi habitación rumbo al ascensor; no tengo idea de dónde está la oficina del dueño del hotel, pero cuando veo al gigante esperándome, sé que él será mi guía.

Señala para que yo entre al ascensor y él sube junto a mí. Estoy casi segura de que iremos hacia arriba, sin embargo, descendemos hasta la planta baja.

Ambos salimos, y yo sigo al grandulón, quien camina más allá de las escaleras centrales.

Pasamos por un salón amplio donde hay sillas y mesas. Gente se encuentra charlando mientras meseros los atienden, sirviendo comida y bebidas.

La música de un saxofón se escucha al fondo, y todo parece tan armonioso y de alta sociedad.

Estas personas deben tener mucho dinero para tanto lujo.

Parece más un hotel de altos estándares y eso me preocupa. No tengo pensado gastar tanto en esto.

Luego nos dirigimos a otro lugar más apartado; empiezo a creer que todo el lugar no tiene fin, pero me distraigo con el par de hombres que salen de una habitación con una chica que cuelga de sus hombros, ella ríe y parece divertirse junto a ellos.

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