Un Bebé Para El Rey De La Mafia Rusa

Descargar <Un Bebé Para El Rey De La Mafi...> ¡gratis!

DESCARGAR

El Rival Muerto

Maxim.-

—  ¿Encontraron los que le pedí?

Pregunto junto a la ventana sin dejar de mover las esferas de metal que tengo en mi mano.

—  Sí, pakhan

—  No puedo creer que el gran Capo di tutti capi de Sicilia se le haya escapado ese detalle de su propia hija.

—  Sinceramente no creo que no lo supiera, pero se dice que su adoración era el hijo, así que si lo sabía seguramente no le importaba.

Me quedo pensando en las palabras de Vasili, ahora que elijo limpiar el nombre de mi organización con una tregua entre mafias para conseguir al responsable por la muerte del hijo de Lorenzo Di Mauro puedo poner el juego a mi favor.

Antes de ascender fui acusado por el asesinato de Gino Di Mauro, todos estos años la guerra entre la Cosa Nostra y la Bratva ha estado en su punto máximo.

Mi hermano un bueno para nada al que se le fue de las manos la organización nos ha puesto en desventaja haciéndonos perder mucho dinero, hombres, armas, poder y esta alianza nos volverá a la gloria.

—  Podemos usar esto a nuestro favor –digo al final–. sembraré la duda en Serena Di Mauro, será ella la que me otorgue el poder de la Cosa Nostra ¿te imaginas un Ruso liderando la mafia italiana? –expresó sonriendo con burla.

—  Pues lo que te propones lo logras de eso no hay duda –comenta mi segundo siguiéndome el juego, pero tiene razón todo lo que me propongo lo consigo no importa a quien tenga que quitar de en medio, que cuidad o país debo destruir mi objetivo se alcanza–. ¿Quieres culpar a su padre por la muerte del novio?

—  Sí, tener esa información será una ventaja –expreso sin ninguna culpa, sonriendo con malicia ante mi plan–. la muerte tan repentina de ese americano, nos cae como anillo al dedo, me permitirá manejar a Serena a mi antojo y así tumbar el reinado de Lorenzo.

—  Debe cuidarse señor, sabe que no será fácil.

—  A diferencia de Nikolay yo he aprendido a ver los puntos fuertes de mis enemigos Vasili, sé cómo piensa el Capo, su muralla es impenetrable, pero ¿Qué pasa si se destruye desde el interior? ¿Y si esa destrucción la causara su propia hija?

Serena.-

Me estiro sobre mi cama observando el techo de madera, aun sin poder creer que estoy aquí.

Salgo de mi habitación y exploro los alrededores, mi casa está un poco cambiada, más moderna, pero, en esencia es la misma, hombres con trajes negros y armas por todos lados, casi se siente como una prisión, sin privacidad alguna y es así como ya comienzo a extrañar mi verdadero hogar, mi pequeño apartamento en Nueva York.

—  ¡Oh, tú debes ser Serena!

Una  mujer con un cuerpo voluptuoso, con un vestido de diseñador italiano, maquillaje exagerado, operada hasta la raíz del cabello, sale de la nada.

—  ¿Tú eres? –pregunto mirándola de arriba abajo, con un poco de antipatía.

—  Soy Irina la esposa de tu papá –responde con orgullo y pretensión extendiendo su mano hacía mí.

—  ¿Eres su qué? –vuelvo a preguntar sorprendida.

—  ¿Lorenzo no te habló de mí? –pregunta con dramatismo exagerado.

—  No, en su bienvenida para nada te mencionó, si me disculpas tengo que hablar con mi padre.

Así que de eso se trataba, como se atreve a manchar el nombre de mi madre metiendo en su casa a una vulgar como esta, bien podría ser mi hermana mayor.

—  ¡Principessa! ¿Dormiste bien?

—  ¿Dónde está mi padre Riccardo? –pregunto con enojo.

—  En su despacho

No dejo que diga nada más y me apresuro a ir, puedo sentir los pasos de Riccardo detrás de mí. Abro la puerta del despacho sin tocar, pero, mis pies se detienen en seco al ver al rubio que me acompañaba en la camioneta, sentado con un trago de un líquido transparente en su mano sus ojos de un color verde claro, pero muy intenso ¿Es ruso?

—  ¡¿Qué es esa manera de entrar a mi despacho Serena?! –Brama mi padre con enojo y un poco de nerviosismo en su voz, sus ojos se desvían al rubio.

—  Esa mujer podría ser tu hija –igualo el tono de su bramido, él no está ni la mitad de enojado de lo que yo ahora–. ¡¿Para eso me trajiste?! ¿Para restregarme en la cara a tu nueva esposa? ¡Tú crisis de la mediana edad!

—  Se nota que le faltaron algunas nalgadas de disciplina Lorenzo –la voz del rubio se cuela en mis oídos su acento confirma mi deducción inicial.

—  ¿Y tú quien se supone que eres? –sus ojos se enfocan en los míos, su mirada es tan intimidante.

—  ¡SERENA BASTA! ¿Qué es esa falta de respeto? –replica mi padre golpeando el escritorio.

—  ¿Respeto? ¿Tú me hablas de respeto? ¿Cuándo lo has tenido conmigo? ¿Qué hace un ruso en esta casa? –señalo al hombre sentado como un todo poderoso en el sillón.

Veo palidecer el rostro de mi padre, se afloja los primero botones de su camisa blanca, lo que me sorprende porque el Lorenzo Di Mauro que solía recordar no era un hombre que se dejara intimidar por nada ni por nadie.

—  ¿Quieres saber quién soy?

El ruso se pone de pie caminando hacia mí, ayer no tuve la oportunidad de darme cuenta de lo alto que es; tengo que subir la mirada para verlo a los ojos, vi que Riccardo se tensó, pero mi padre le hizo una señal que no lo dejó avanzar.

Mientras el ruso y yo estábamos inmersos en una danza de intimidación, él avanzaba un paso y yo retrocedía dos hasta que no me quedó más camino que recorrer, quedé acorralada entre el estante de libros de mi padre y el inmenso cuerpo del ruso.

La tensión en la habitación se podía cortar con una navaja, Riccardo se veía nervioso y ansioso con la necesidad de protegerme a diferencia del Capo.

—  ¿Por qué no respondes Serena? ¿Quieres saber quién soy?

Preguntó con voz fría, afilada, todo en este hombre gritaba peligro, inclinándose hacía mí disfrutando del misterio de sus preguntas.

—  Serena –interrumpe mi padre, pero mis ojos siguen obligados a ver al imponente hombre que me tiene acorralada, sus facciones son… casi perfectas, digo casi porque tiene una pequeña cicatriz sobre su ceja derecha–. te presento a Maxim Kozlov, tu prometido.

La palabra hizo eco en mi mente, el ruso cambió su expresión fría y amenazadora, ahora sonreía esperando mi reacción sus ojos bajaron a mi cuerpo detallando cada centímetro de él con una mirada que me hizo estremecer cada rincón de mi piel, recordándome que estaba enfundada en una pijama de seda que solo cubría lo mínimo.

—  Maxim disculpa a la mia figlia, es obvio que las malas costumbres de américa se le contagiaron ¿puedes dejarnos a solas solo unos minutos para hablar con ella?

—  Kozlov –dije en un susurro–. La bratva.

El ruso, salió de la oficina de mala gana cerrando la puerta con un portazo, de inmediato mi furia apareció nublando mi sentido común.

—  ¡¿Me comprometiste con el asesino de mi hermano?! –mi pecho subía y bajaba.

—  Principessa –Riccardo se acercó tomándome por los hombros, para tranquilizarme, pero aparté sus manos con brusquedad.

—  ¿Con qué derecho? ¡NUNCA FUISTE UN PADRE PARA MÍ! ¿y ahora te crees con el derecho de manipular mi vida? Venderme como si fuera una esclava, acabas de perder el poco respeto que te tenía, no eres más que un pusilánime vie…

No terminé la frase cuando sentí su mano aterrizar en mi rostro, el ardor se sintió segundos después.

—  ¡LORENZO! –le gritó Riccardo, acercándose a mí para cubrirme con su cuerpo del enojo de mi padre–. ¿Hai perso la testa? (¿perdiste la cabeza?)

Mi padre le gruñó, su  mirada enfundando miedo, poniéndose en la postura de jefe de la mafia, Riccardo retrocedió junto a mí.

—  Como única heredera de mi legado, debes cumplir con tu deber, para encontrar al verdadero asesino de tu hermano, ya tuviste suficiente de tu jueguito en ese paese di merda ¡FARAI QUELLO CHE TI DICO! (Harás lo que yo te diga)

Las paredes retumbaron en un eco por sus gritos.

Sus palabras no dejan espacio para mi negativa, mis ojos se desvían a Riccardo, pero las palabras simplemente no pudieron salir de mis labios, hice lo único que podía en ese momento, salir corriendo de allí.

Capítulo Anterior
Siguiente Capítulo