CAPÍTULO 2
Por un instante parece que ambos nos quedamos en shock al ver y reconocer al otro, pero entonces me doy cuenta de que sigo sobre él así que me levanto de la cama. No sé exactamente qué hacer, así que solo me muevo desesperada.
¿Cómo terminé aquí?, ¿Cómo es que en esta habitación estaba mi ex?, ¿Qué debo hacer si esa mujer me encuentra aquí?
Antes de que pueda seguir moviéndome un brazo rodea mi cintura y me arrastra hasta un baño, que también se encuentra a oscuras. Pego mi espalda a la pared con la figura masculina cubriendo mi cuerpo, como si creyera que aun en la oscuridad me pueden ver.
—No hagas ruido—su aliento choca con mi cabello debido a la diferencia de altura, pero solo asiento con mi cabeza, totalmente confundida y nerviosa.
Cierro mis ojos con frustración y maldigo a mi suerte hasta perder la cuenta de las veces que lo hago.
Trato de que mi respiración agitada se tranquilice, pero el eco de unos zapatos en la habitación no me ayuda en nada.
—¿Estas en el baño? —mi cuerpo se tensa por completo cuando la puerta es abierta y un poco de la luz de la habitación se filtra.
Estamos detrás de las puertas de la ducha, que parecen ser lo bastante oscuras para ocultarnos porque escucho los tacones alejarse y la cerrarse.
—Supongo que no ha regresado, puedo irme a divertir otro rato entonces—los pasos se alejan mucho más que antes y nuevamente se escucha la puerta de la suite cerrarse.
El calor del baño y el cuerpo pegado al mío amenazan con asfixiarme, así que considerando que ya la mujer se fue y la persona que tengo cerca de mí, pongo mis manos sobre su pecho y lo empujo para que se aleje.
Al fin logro conseguir un poco de aire para tranquilizarme.
—Dios mío… —me quejo mientras abanico mi rostro con mi mano—¿Qué fue todo eso?
Al levantar mi mirada, un golpe del pasado me recibe por completo. Antes debido al shock del momento o he tenido tiempo de pensar en nada coherente, pero ahora que vuelvo a ver su rostro, una yo enamorada de quince años parece volver a tomar mi cuerpo.
Ante mí hay un hombre de piel algo canela, pelo oscuro con rulos enmarañados, un torso marcado sin ser exagerado y lo que más me devuelve a mi yo adolescente, son esas pecas repartidas por todo su rostro y esos ojos cafés que también parecen repararme sin poder creer que estuviera cerca.
Miles de recuerdos me invaden, de cuando lo conocí, de cuando quedé flechada, de cómo conectamos en tan poco tiempo, como me confesó su amor, como me pidió ser su novia, como le entregué mis primeras veces en todo…incluso él se llevó mi primera vez siendo traicionada. No es el mismo rostro juvenil del que una vez estuve enamorada y no había visto durante siete años, es solo el rostro de uno de los hombres que me traicionó, así que será mejor no dejar que me distraiga.
—¿Cómo es que tú…—las palabras quedan en el aire mientras parece revisar mi vestuario de pies a cabeza.
—¡No es lo que crees! —miento antes de que pueda decir algo que me ponga mucho más en vergüenza.
Intento buscar una excusa rápida, pero no se me ocurre nada, así que creo que lo mejor será huir.
—Ya me voy, yo… —intento pasar a su lado, pero me frena tomando mi brazo.
—¿Cómo conseguiste entrar a mi habitación? —su voz se escucha ahora un poco más grave debido a la cercanía, haciéndome tragar grueso por no encontrar exactamente que mentira decir.
—Con una llave, obviamente—decido tomar el camino de la verdad disfrazada—En la recepción debieron equivocarse de llave, debería ir a quejarme.
Esta vez suelto mi brazo y salgo del baño, pero siento sus pasos detrás de mí.
—Iré contigo, eso no puede volver a pasar, si mi esposa te hubiese encontrado aquí…vestida así—freno de golpe.
Por supuesto, esa mujer debía ser su esposa. Este maldito infiel está felizmente casado mientras yo después de su engaño solo caí en las redes de un mentiroso.
Lo odio.
—¿Qué tiene mi ropa? —es lo único que consigo decir mientras volteo a verlo con los brazos cruzados—El que insinúes que mi ropa es inapropiada es una falta de respeto.
—Que te metas a mi cama haciéndome pensar que eres mi esposa es una falta de respeto mucho más grave—abre lo que creo es un closet para sacar una camiseta de allí y ponérsela.
—¿Y qué tipo de hombre es el que no conoce el cuerpo y los labios de su esposa? —contraataco mientras sigo caminando de prisa.
No puedo permitir que vayamos a la recepción, será mejor que me dé a la fuga antes de que me alcance. No quiero pasar la vergüenza de que mi ex se entere que estaba en este hotel para dar servicios de placer, y que si no fuera porque me equivoque de habitación ahora mismo estaría con un hombre por dinero.
Mierda, y no sé si eso es lo peor. No llegué el cliente, no sé de quien fue la equivocación, pero seguro que me culparán a mí y me quitarán el dinero adelantado. No estoy segura de que me vaya a tocar otra buena oportunidad con un cliente importante, las cosas se pondrán más difíciles y también tendré que vivir con el bochorno de saber que me metí a la cama de mi ex mientras él dormía y me besó pensando que era su esposa.
Tomo mi cabeza y espeluco mi cabello de la frustración mientras llega el ascensor.
Vamos. Vamos. Vamos.
Al fin escucho el pitido del aparato llegando al piso, las puertas se abren y entonces otro rostro del pasado me golpea de lleno, pero esta vez soy lo demasiado rápida como para esquivar su mirada y alguna conversación incomoda.
La mujer sale del ascensor pasando a mi lado y yo entro a toda prisa, presionando el botón de bajada mientras ella menea sus caderas hacia el hombre que parecía decidido a alcanzar el ascensor.
—Oye, te he estado buscando, ¿vas a salir? —la mujer toma su brazo, envolviendo una mano con linda pedicura en el musculo—Ven, tengo algo que contarte.
La mujer tira de él y cuando comienzan a alejarse, las puertas al fin comienzan a cerrarse. Sin apartar mi vista de ellos, el rostro pecoso se gira para verme con una mirada molesta y acusadora, pero en respuesta tengo tiempo de sacarle el dedo del medio antes de que las puertas del ascensor se cierren.
El aparato por fin comienza a bajar y cuando llega al primer piso, salgo del hotel, tomo un taxi y doy por victoriosa mi huida.
Pero mi primera noche de trabajo fácil terminó bastante mal.


























