La única sangre

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Capítulo treinta y ocho

—Yo... yo no sé... —tartamudeé, porque ahora tenía miedo—. La perdí de vista hace mucho tiempo, pero no fui tras ella porque...

—Porque estabas demasiado ocupado follando con ese debilucho.

Mis fosas nasales se ensancharon de ira. No me molesté en decirle que la había perdido de vista mucho antes ...

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