5
Sentir a Alexander besarme era nuevo pero también familiar, como si ya lo hubiera hecho antes. Estoy muy confundida ahora mismo porque no me desagrada besarlo, pero no puedo gustar de besar al hombre que me compró como su esposa. Me separé de él de inmediato.
—Alexander, ¿qué estás haciendo?— lo enfrenté.
—Yo…— no parece saber qué decir —…olvídalo—. Dicho eso, salió rápidamente de la cocina, tal vez también pensó que era extraño o tal vez recordó a su esposa al darme ese beso.
No, eso es imposible. Si fuera el caso, también pasaría con Natasha y ellos se besan normalmente. Me llevé una mano a los labios palpitantes, estaban pidiendo más de Alexander, me siento nerviosa ahora mismo, mi corazón late más rápido. Me senté en la silla junto a mí para calmarme, tengo que hacerlo. ¿Por qué me siento así? El gatito volvió a entrar en la cocina maullando, eso me sacó de mis pensamientos y le presté atención.
—Hola, has vuelto— lo acaricié —¿tienes hambre? Creo que esta vez cenaremos solo tú y yo— le dije al gatito, en respuesta maulló. Busqué algo en la nevera para que pudiéramos comer el gatito y yo… Pensé en Alexander y si cenará conmigo. Tomé tres latas de atún, una sartén y encendí la estufa, vertí el atún en la olla para calentarlo un poco, en cuanto el gatito olió el atún comenzó a maullar más fuerte.
Me reí y lo recogí, de ahora en adelante este gatito será mi único consuelo en esta cárcel.
Minutos después estaba cenando junto con Cookie, me senté en el suelo para comer, Cookie estaba a mi lado comiendo tranquilamente de su plato, justo en ese momento Alexander entró en la cocina y se confundió al ver la escena.
—¿Qué haces ahí?— me preguntó, me preguntaba cuál sería su estado de ánimo en ese momento.
—Estoy cenando con Cookie.
—¿Y hay cena para mí?— Quiso saber.
—Pensé que no cenarías conmigo—. Me levanté, había terminado de cenar. —Pero aquí me quedó algo de atún.
—¿Guardaste las sobras para mí? Muchas gracias— respondió sarcásticamente a lo que rodé los ojos. Me alegraba que no estuviera de mal humor. Tomé un plato y comencé a servirle.
—Aquí tienes— puse su plato en la mesa —¿Qué quieres beber? Hay jugo de naranja, de mora.
—Vino— respondió, levantándose y sacando una botella de vino del armario.
—¿No es un poco tarde para vino?— Quise saber, haciéndole ver mi desagrado.
—No para mí— respondió, tomó una copa y la llenó.
—Si tú lo dices, entonces no te quejes cuando no puedas dormir— me senté de nuevo en el suelo junto a Cookie que no ha terminado su cena. Es lento para comer.
—¿Dónde encontraste a ese gato?— Quiso saber Alexander.
—Él vino a mí solo, apareció por la ventana. ¿Crees que pertenece a un vecino?— Quise saber, preocupada. Ya me había encariñado con Cookie y pensar que tiene que irse me pone triste.
—No lo creo.
—Bueno, si ese es el caso, he decidido adoptarlo.
—Desde que le pusiste nombre, ya lo hiciste— responde.
—Así es, y como tu futura esposa y dueña de esta casa decidió que se queda, a partir de ahora, Cookie también es parte de la familia.
Alexander pensó en ese último comentario, recordé que ese tipo de palabras como 'familia' eran muy delicadas para él. Mejor me quedo callada para no seguir diciendo cosas que no debo.
—Gracias por la cena— me dijo después —estaba muy rica.
—¿De verdad?— levanté una ceja.
—Por supuesto—. Se levantó y lavó los platos en el fregadero, incluyendo el de Cookie.
—¿Ves, Cookie?— le susurré al gatito —te está aceptando poco a poco.
Cookie maulló en aprobación.
Ahora habíamos quedado en silencio, parece que Alexander quería decirme algo pero no se atrevía. Me di cuenta de qué se trataba.
—Yo… lo siento, por haberte besado— dijo de una vez —no sé en qué estaba pensando.
—No hay problema, para eso me compraste, ¿no?— le di una mirada rápida.
—Nunca haré nada si no tengo tu consentimiento, Mariela— murmuró muy seguro. —Mañana puedes firmar el contrato.
—Claro, será un año muy largo— admití.
—Así es, así que… me iré a dormir—. Alexander salió de la cocina. Me quedé pensativa durante la siguiente hora, debatiendo si debería quedarme aquí o escapar, además no quiero que le pase nada malo a mi mamá o papá. No me lo perdonaría, si tengo que sacrificar un año de mi vida lo haría sin pensarlo. Me levanté y Cookie se despertó, ambos subimos las escaleras hasta llegar a la habitación donde parecía que Alexander estaba durmiendo. Le hice una señal a Cookie para que no maullara porque si Alexander se entera de que el gato planea dormir con nosotros, puede echarlo a la calle. Me puse el pijama en silencio y me metí en la cama, justo ahí el gato se subió a dormir al lado de mis pies.
Me quedé un momento mirando a Alexander y tratando de averiguar cuáles eran sus planes conmigo hasta que me quedé dormida.
.
A la mañana siguiente me desperté con un golpe.
—¿Qué pasó?— quise saber, Alexander se levantó de la cama.
—¿Qué demonios es eso?— señaló la cama, cuando el gato salía de entre las sábanas. —¿De verdad dejaste que el gato durmiera en mi cama? No tienes idea, no sabemos de dónde viene o si tiene pulgas o si está vitaminado o inyectado. No lo puedo creer—. Alexander caminaba de un lado a otro exasperado.
—Relájate— bostecé —Eres muy alarmista— tomé al gatito en mis manos y lo acaricié, el gatito maulló. Parece que tiene hambre.
—Bájalo, Mariela, bájalo o juro que lo sacaré de la casa y no lo volverás a ver— me sentenció.
—Está bien, ya—. Me bajé de la cama con el gatito en brazos y lo saqué de la habitación. —¿Contento? Me voy a duchar—. Entré al baño, me quité la ropa y me metí en la ducha. Sentir el agua tibia correr por mi cuerpo me despertó. Minutos después salí envuelta en una toalla, Alexander estaba hablando por su celular y en cuanto me vio se quedó atónito mirándome.
—Voy a vestirme— le dije para que saliera de la habitación.
—Está bien, ya me voy—. Levantó las manos en señal de paz y salió. Algo me decía que hoy sería un día muy largo.
.
Una vez lista, ni siquiera sé para qué, supongo que Alexander me llevará a la oficina para firmar y revisar ese contrato, así que tengo que estar preparada. Cuando bajé a la cocina encontré a Alexander en el comedor, leyendo un periódico, la señora le servía su desayuno. Aún no la conocía bien pero será mejor empezar a llevarme bien con la gente aquí si quiero que mi año sea más llevadero.
—Buenos días— le dije a la señora, ella me miró y me sonrió —Creo que aún no nos han presentado, soy Mariela— le tendí la mano.
—Encantada de conocerla, señora Mariela, es un placer tenerla finalmente aquí— me sonrió.
¿Finalmente? Parece que Alexander le ha contado mucho sobre mí.
—Gracias.
—Le serviré su desayuno como le gusta.
Estaba confundida y en eso Alexander carraspeó.
—Qué tonta, mi café se quema. Pero siéntate, yo te lo traigo.
—Gracias, ¿dónde está Cookie? Tengo que darle algo de comer.
Silencio.
Empecé a llamar a mi gatito pero no aparecía. ¿Se habrá ido? Sentí tristeza dentro de mí porque me había encariñado mucho con ese gatito. Volví a la cocina y me senté en el comedor.
—¿Qué pasa?— me pregunta Alexander.
—No encuentro a Cookie.
La señora me sirvió el desayuno. Ni siquiera me dijo su nombre. Bebí café y comencé a comer mis waffles, eran mis favoritos para el desayuno y me pregunto cómo lo sabía. Tal vez mis padres les dieron todos los detalles de cómo tenían que tratarme.
—Creo que vi al gatito en el jardín hace unos minutos— dice la señora. Terminé el desayuno y rápidamente fui al jardín donde había muchas flores, césped verde y una fuente de agua también. Cookie estaba jugando con algunas flores, me sentí tan aliviada en ese momento.
—¡Cookie!— lo llamé. El gatito de repente me miró y rápidamente vino hacia mí. —Ven, vamos a comer.
—Miau.
Cuando entré a la cocina, me sorprendió que hubiera una lata de atún en el suelo. En cuanto el gatito la vio, comenzó a comer.
—Tenemos que irnos— me dice Alexander, mirando su reloj de pulsera de vez en cuando.
—Me encargaré del gatito, por favor— le dije a la señora. —Cualquier cosa que pase con él, puedes llamar a Alexander, lo que sea.
—Por supuesto, sí, vayan tranquilos.
—Gracias.
Seguí a Alexander afuera y nos subimos a su coche.
—No deberías encariñarte con ese animal— dice mientras arranca el coche.
—¿Por qué no?
—Porque cuando se vaya o aparezca su dueño, que va a aparecer, te vas a poner muy triste y no quiero que sufras.
Lo que me dijo me pareció muy dulce de su parte.
