¡Eres mía, heredera!

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Capítulo 35. Una sentencia con descubrimientos. Parte 1.

Ailan.

Necesité de toda mi fuerza de voluntad para controlarme, y no estar más pendiente de lo que ocurría entre el público, que de lo verdaderamente pasaba frente a mí, en esa sala. Tras sentarme en mi silla, junto a una de las mesas que había para las partes del caso, noté como mi hermano se...

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